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lunes, 9 de diciembre de 2013

Notas sobre La muerte en Venecia de Thomas Mann, por Andrés Hueso

El pasado 29 de noviembre, tuvimos la sesión de lectura sobre la novela de Thomas Mann, La muerte en Venecia. La asistencia fue numerosa y el nivel de intervenciones estuvo a gran altura. Para quienes no pudieron asistir o los que no hayan tenido tiempo u ocasión de leerla, nuestro compañero Andrés nos ha hecho llegar las notas que publicamos seguidamente.

 

La muerte en Venecia (Thomas Mann)

Entrelíneas Malacitana.

Sesión del club de lectura del 29 de noviembre de 2013.

Notas de Andrés Hueso Iranzo.
 
Introducción y antecedentes.
El poeta Rainer M. Rilke, compatriota y coetáneo de Mann, comienza la primera de sus ‘Elegías de Duino’ así:
 
"Quién me oiría si gritase yo desde la esfera de los ángeles y aunque uno de ellos, de pronto, me estrechase contra su corazón, su existencia, más fuerte, me haría perecer, porque lo hermoso no es otra cosa que el comienzo de lo terrible, en un grado que aún podemos soportar y si lo admiramos tanto es porque, indiferente, rehúsa aniquilarnos. Todo ángel es terrible….”
El lamento presente en la elegía parece una doliente aceptación de la imposibilidad de alcanzar la belleza (ángel como paradigma de lo inaccesible) desde la naturaleza humana.
De entre los grandes asuntos que la novela propone, éste es sobresaliente y representa el que, quizá, constituya el mayor anhelo del ser humano desde el principio de los tiempos: ¿Es posible alcanzar la belleza absoluta –y con ello la inmortalidad- con los mortales medios sensibles? Esta es la cuestión que Thomas Mann pone en la cabeza, ya muy perturbada, del protagonista al final de la novela, en su última reflexión filosófica.
 
Antecedentes.
En 1826 el poeta alemán August Von Platen, llegó a la ciudad, en busca de evasión y alivio, a través de la contemplación del arte de Tintoretto, Veronés o Tiziano, en las salas de la Academia. Llegaba con su alma dividida entre una sexualidad (homosexual) que la desgarraba y el ansia de redención a través del arte. Seis años más tarde murió en Siracusa a causa de la peste.
En 1908 Thomas Mann y su esposa Katia visitaron Venecia, se alojaron en El Lido, en el Grand Hotel des Baines. Allí veraneaba una familia polaca cuyo hijo adolescente era tan bello que el escritor, hombre maduro, sucumbió a su seducción y “solía contemplarlo embelesado”.
El cólera, una amenaza para la ciudad en la estación cálida, hizo que el matrimonio Mann regresara apresuradamente a Berlín interrumpiendo su viaje. Así parece haber surgido la inspiración de La muerte en Venecia.
 
Estructura: Capítulos. Personajes y contraste ambiental.
Bajo la fórmula del narrador omnisciente, la novela se nos muestra como un monólogo interior. A medida que avanza, sobre todo a partir del III, se percibe la progresiva identificación de narrador-autor-protagonista.
 
Capítulos
La novela arranca con una referencia temporal imprecisa: “… una tarde de primavera de aquel año de 19…,”. Pero el mundo recreado –el tipo de burguesía- no se corresponde con el de esa época. Esto motivó la recriminación de su hermano Heinrich: ¿Has estado durmiendo? ¿Se te ha pasado por alto, mientras dormías, la evolución del burgués alemán?
La accidental y fugaz visión de un desconocido con aire de extranjero o viajero o aventurero le produce un impulso juvenil hacia el viaje-aventura (recreación de escenarios fantásticos) y la posibilidad de evadirse de esa lucha renovada todos los días entre: La férrea razón y autodominio: voluntad orgullosa y terca. Y su agotamiento (físico e intelectual) creciente “que nadie debe sospechar”.
Los caracteres de Gustav Von Aschenbach se desarrollan fundamentalmente en el capítulo II, tanto por la descripción directa como a través de la de sus obras.
Aschenbach (eschebach) significa literalmente “arroyo de cenizas”.
Se nos presenta como un hombre que "había crecido (...) aislado, sin amigos, dándose cuenta prematuramente de que pertenecía a una generación en la cual escaseaba, si no el talento, sí la base fisiológica que el talento requiere para desarrollarse; a una generación que suele dar muy pronto lo mejor que posee y que rara vez conserva sus facultades actuando hasta una edad avanzada".
Acostumbrado desde muchacho al esfuerzo intenso. Su valor moral probado era tanto mayor cuanto que su naturaleza no era robusta. Su lema favorito ‘resistir’.
Su creación era fruto de un minucioso trabajo cotidiano y no de una inspiración súbita y poderosa.
Las grandes creaciones lo son porque se han creado contra algo, a pesar de algo. En el caso de G.V. Aschenbach era la clave de su obra, su “carácter moral”.
Se nos presenta como un hombre que ya ha alcanzado un significativo reconocimiento; adoptado como modelo para estudiantes. En definitiva, G.V. Aschenbach es un ‘virtuoso’ en ambos sentidos: como artista hacedor de formas bellas y originales y como hombre que ha purificado su vida gracias a un ritual estricto de disciplina y moderación, un artista, pues, formado según el modelo ‘apolíneo’.
Se enumeran y describen las ‘obras de su edad madura’:
Federico II: epopeya fuerte y luminosa.
Maia. Tapiz novelesco, rico en figuras. Destinos humanos a la sombra de una idea.
Un miserable. Posibilidad de una decisión moral, más allá del más profundo conocimiento.
Espíritu y arte. Al nivel de Schiller por su fuerza ordenadora y su elocuencia.
En el capítulo III se encuentra la narración del viaje a Venecia. Llegar a Venecia por tierra (que es lo que había hecho con anterioridad) era como entrar en un palacio por la escalera de servicio, comparado con la entrada por mar (como lo hace ahora).
En la descripción de los clientes del hotel se habla de un: “ambiente de mayor amplitud y tolerancia” que en su estancia anterior. Se produce la aparición y primera descripción de Tadrio.
Entre Tadrio y G.V. Aschenbach comienza un diálogo silencioso que se resume en miradas y en el que los pensamientos son puestos por Aschenbach y la aceptación cómplice del observado Tadrio es el pacto que les une, en una tensión que se hará progresivamente más intensa en el protagonista hasta dominarlo completamente.
A partir de la primera contemplación de Tadrio se inicia la evolución de los sentimientos (involuntarios inicialmente) y reflexiones de G.V. Aschenbach.
Sufre un creciente malestar físico. Le asalta en convencimiento de que Venecia no le sienta bien y toma la decisión súbita de volver a Munich; regreso que se deshará por un error azaroso.
Al regreso, se produce un cambio en sus sensaciones y en su actitud: goce por la placentera indolencia contraria a su habitual nostalgia inquieta por el trabajo. Sus pensamientos empiezan a orbitar en torno a la figura contemplada:
 
 “Quien se esfuerza en alcanzar lo excelso, nota el ansia de reposar en lo perfecto. ¿Y la nada no es acaso una forma de perfección?
 
Reflexión sobre el “poco valor de lo divino en las relaciones humanas” a propósito de la reacción de desprecio de Tadrio hacia la familia rusa.
 
La contemplación de Tadrio saliendo del agua: “…como una estrofa de un poema primitivo", contiene resonancias míticas y, en otro orden, podría referenciarse con el cuadro ‘El nacimiento de Venus’ de Boticelli.
“Es muy frágil… no llegará a viejo” piensa refiriéndose a Tadrio, renuncia a analizar el sentimiento de satisfacción o intranquilidad que acompañaba a tal idea.
En el cuarto capítulo Thomas Mann nos presenta una soberbia pieza filosófica, tomando a Sócrates y sus discursos sobre la belleza y la estética.
El capítulo final es una descripción de la evolución experimentada por Aschenbach. Con cierta lucidez, confronta su pasión en contra de la moral burguesa. La obsesión por mirar a Tadrio lo lleva a buscarlo todo el tiempo, ya sea en el hotel o en la ciudad, en una especie de persecución ritual.
Y así, G.V. Aschenbach renuncia a considerar los peligros de su obsesión y, con momentáneas llamadas a su razón, que nunca se restaura, ya sólo se dedicará a seguirlo, con la decisión de no abandonar el hotel, a pesar de su aprensión creciente por la amenaza del cólera, hasta que aquél no lo haga.
 
Personajes y contraste ambiental
La novela presenta un único personaje principal: G.V. Aschenbach
De los cinco capítulos que componen la novela, salvo en el II, en todos se presentan personajes secundarios:
Un hombre desconocido observado en la calle (capítulo I), (motiva el viaje del protagonista a Venecia).
Un hombre que recibe los boletos en el barco. Un viejo disfrazado de joven que viaja en la embarcación. Un gondolero veneciano. Tadrio. Su madre y sus hermanas (capítulo III).
Saschu, amigo de Tadrio (capítulo IV). Gente de Venecia. El inglés de la oficina de cambio.
Músicos callejeros (capítulo V).
Los personajes secundarios son hombres y mujeres desconocidos y anónimos; gente corriente con la que el protagonista apenas establece una vaga relación. Son presentados de forma indirecta por medio de prosografías (descripciones meramente físicas, frente a las ‘etopeyas’ que son de los aspectos morales). En su presentación se pone de relieve siempre un aspecto molesto, un gesto equívoco, un malestar para quien observa. De este modo, inevitablemente se produce la comparación del protagonista con los otros.
Esta comparación nos transmite la percepción del protagonista (confundida ya con la del narrador) de un mundo vulgar y repugnante; aborrecible en el que la belleza de Tadrio se levanta como una gloriosa excepción y se convierte en una epifanía, en una visión sobrenatural.
Pero la obsesión de G.V. Aschenbach, su persecución y sus fantasías corresponden a un mundo decadente que también lo incluye a él. Así pues, la decadencia no se revela solamente en los personajes secundarios, sino que también incluye al propio Aschenbach.
 
Los grandes asuntos.
De los varios asuntos que la novela propone, encuentro destacables los siguientes:
La cuestión social.
 
Un mensaje sobre la inexorabilidad del destino, que se muestra en la compañía permanente de la muerte, su presencia y rica simbología.
La pasión de G.V. Aschenbach, que puede verse con una doble faz contrapuesta.
 
Cuestión social
Se presentan dos escenarios sociales nada compatibles.
De un lado, la sociedad burguesa de la Europa civilizada, encarnada por el propio G.V. Aschenbach y los huéspedes del hotel: clasista, hedonista y decadente, representante de una Europa que, salida de la Belle Epoque, va camino de autodestruirse.
Y, de otro, el resto de personajes, todos secundarios, soeces, grotescos, villanescos, vulgares; del todo despreciables a los ojos de los G.V. Aschenbach y su clase. Conformando el otro mundo en evidente contraste con el anterior.
Para el autor, ambos mundos se encuentran en idéntica decadencia.
 
Inexorabilidad del destino. Compañía permanente de la muerte, presencia y simbología.
La Muerte está en el título y alcanza al protagonista al final de la novela. “Muerte” es la última palabra que leemos al acabar la novela.
La vemos en el extraño viajero en el cementerio en Múnich que le infunde al protagonista el deseo de viajar. El cementerio con decoración bizantina es una clara referencia a Venecia. Esta simpe visión, ni siquiera es un encuentro, es el catalizador del último viaje de Aschenbach, en el que sus conceptos sobre el arte y la vida están agotados, son estériles y la Muerte ha señalado al artista, ya sin savia vital ni creadora, y va atrayéndole desde el comienzo de la historia hacia el final que le tiene preparado.
Vemos a la Muerte oculta tras el viejo disfrazado y maquillado de joven, visión que a G.V. Aschenbach le desagrada tan intensamente que casi le hace sentir vértigo. Simboliza la imagen del vigor engañoso con que enmascara su decrepitud. Este personaje, que es una clara alegoría de la decadencia de Venecia, también es una personificación de la Muerte (máscara funeraria), que recibe a G.V. Aschenbach bajo un disfraz que oculta, y anuncia, la próxima degradación física.
El símil de la góndola con un ataúd está en el propio texto. Es magnífica la descripción de las sensaciones de G.V. Aschenbach al entrar en ella tras desembarcar. Continuando con este símil, la góndola se interpretaría como la barca de Caronte, y el deseo de que el viaje dure eternamente, la nostalgia del descanso eterno. El pago del ‘precio’ que debe dársele a Caronte en el mito, no se produce aquí, si no que queda pospuesto: “tendrá usted que pagar lo que cuesta”, dice enigmáticamente el gondolero y, efectivamente, G.V. Aschenbach pagará más tarde con su vida.
El aliento de la Muerte se muestra en el inmediato arrepentimiento por la decisión apresurada de salir de Venecia: “… un calvario por todas las profundidades del arrepentimiento”. Y su mano, en el error azaroso en el envío del baúl que le obliga a regresar.
La muerte se encuentra en las fresas maduras que G.V. Aschenbach come. En El jardín de las delicias del Bosco, las fresas representan el deseo carnal desatado. La referencia es doblemente transgresora: corrompen el alma con pensamientos ‘impuros’ y el cuerpo al ser un vehículo transmisor del cólera (las frutas y verduras precariamente lavadas son generadores habituales de trastornos gástricos).
Cuando G.V. Aschenbach contempla a Tadrio jugar a la pelota, siente los celos de Céfiro cuando contemplaba a Jacinto, amado de Apolo. En el mito, esos celos son mortales: Céfiro desvía el disco lanzado por Apolo causando la muerte de Jacinto.
Y, finalmente, la Muerte está simbolizada en la granada cuyo zumo bebe G.V. Aschenbach contemplando a los músicos. La granada es la fruta de Perséfone (Proserpina), esposa raptada por Hades (Plutón) e hija de Deméter (Ceres). Cuando la madre fue a buscarla a los infiernos, como Orfeo en busca de Eurídice, no pudo traerla de vuelta a la vida porque Hades le había dado a comer unos granos de granada y quien come o bebe un alimento del Infierno ya está condenado a él.
El artículo “La” encabeza el título de la novela. Podría haber una diferencia conceptual al otorgarle singularidad a la Muerte, dándole un protagonismo significativo en la narración. La acción de la historia contada no sería entonces el acto de morir en Venecia, sino el hecho de que la Muerte está en Venecia, en sus calles, en el azote del cólera, en los que la visitan; hasta Tadrio presenta aspectos enfermizos.
La novela podría tener otros muchos títulos, pero no es fácil imaginarle otro final.
 
La pasión de G.V. Aschenbach: visión dicotómica
Volvemos a la pregunta del principio: ¿Es posible alcanzar la belleza absoluta, obsesión última del artista, y no perecer en el intento?
Según Mann, el tema de La muerte en Venecia esla pasión como desequilibrio y degradación”.
Sobre la pasión que estalla en G.V. Aschenbach, encontraremos tantas interpretaciones y visiones como lectores. Incluso un mismo lector, probablemente podrá tener diferentes visiones, según el momento de cada lectura. Por eso es una obra maestra.
 
Visión apolínea
El cuarto capítulo presenta una odisea filosófica centrada particularmente en Sócrates y sus discursos sobre la belleza y la estética. Así, afirma que: “la belleza misma con esa mirada, la forma como pensamiento divino, la perfección pura y única que vive en el espíritu y de la cual, para ser adorada, se había erigido allí una copia, un símbolo lleno de gracia y ligereza” Y convierte a partir de la belleza, un medio para alcanzar la espiritualidad: “La belleza es, pues, el camino del hombre sensible hacia el espíritu”.
De sus contemplaciones de Tadrio, Aschenbach estaría creyendo establecer una relación, enmarcada por sus fugaces y tímidas miradas, en la que, cada encuentro visual se convierte en una invitación a la contemplación y en cada uno de ellos elabora un profundo discurso sobre la Belleza que justifica sus deseos reprimidos. El objetivo de inspiración y paz que perseguía se ve desplazado, pues ahora lo importante es mirar e intentar apropiar esa Belleza en las palabras, que, como se lamenta el autor, “sólo son capaces de ensalzar la belleza sensible, pero no de reproducirla”.
La obra sería así un canto a la inspiración que la Belleza infunde en el escritor, ya sea el propio Mann o su criatura. Y la misma novela se convierte en un ejemplo de la Belleza en contexto, como motivo y como elemento de inspiración, de creación y de destrucción. Porque hay un contraste aniquilador entre esa inspiración de tan violenta e incontrolable espontaneidad y toda la experiencia artística anterior de G.V. Aschenbach, en el que: “su creación era fruto de un minucioso trabajo cotidiano y no de una inspiración súbita y poderosa”.
 “… y en un éxtasis de encanto creyó comprender, gracias a esa visión, la belleza misma, la forma hecha pensamiento de los dioses, la perfección única y pura que alienta en el espíritu”, “…la arrebatada inspiración había llegado”.
Según esta visión, la interpretación se haría simbólica. Tadrio se convertiría en un símbolo de la Belleza y del Arte (‘Belleza’ y ‘Verdad’ platónicas) y el amor de G.V. Aschenbach es una persecución de esa Belleza, del Arte y de la Inmortalidad. Durante toda su vida anterior, el personaje se había planteado esta búsqueda por el camino de la razón, pero parece que la búsqueda se vuelve infructuosa, y es a través de los sentidos cómo G.V. Aschenbach conoce a Tadrio y se enamora de ese ideal de Belleza que simboliza.
Así lo que siente G.V. Aschenbach por Tadrio no es atracción física, sino el enamoramiento de su alma, aunque a través de su cuerpo. Y esta es precisamente la vía platónica: al amor del alma se accedería a través del amor al cuerpo.
Y esta visión de acceder al alma a través del cuerpo, y con ello a la inmortalidad, a través de algo tan perecedero como los sentidos, es una visión controvertida. Thomas Mann parece poder ofrecernos esa posibilidad.
 
Visión dionisíaca
En la cara opuesta, la violenta pasión homosexual que estalla en G.V. Aschenbach se sostendría en la estética dionisiaca, que busca establecer la estimulación y el placer como motor de la Belleza que contempla.
El germen del caos del que G.V. Aschenbach será preso, está ya en el deseo mismo de iniciar el viaje y en las evocaciones de lugares exóticos y salvajes.
A pesar de su disciplina G.V. Aschenbach descubre que en su cuerpo no sólo habita el poder generador de las refinadas y generosas ideas que admiran sus lectores, sino también el de un animal no domesticado con sus instintos intactos y ávidos. “El oleaje hirviente de la vida” en expresión de F. Nietsche.
Su vida deja de ser forma para convertirse en caos. La impetuosa pasión cambia su visión de la vida, de la cultura y del arte. Su mundo platónico es desplazado por el mundo sensible, donde las sensaciones del cuerpo y los sentimientos se convierten en una realidad avasalladora al que su espíritu no debe (quizá porque ya no puede) someter sino servir. Frente a la apariencia de su vida anterior se le revela ahora su ser íntegro e ilimitado. Y, aunque esta pasión lo conduce a la muerte, le permite experimentar la vida con una intensidad que su moral anterior le habría impedido.
Si bien Tadrio abandonará Venecia intocado en modo alguno por la pasión de G.V. Aschenbach (porque ni llega a tocarlo ni siquiera a dirigirle la palabra) la degradación de éste es absoluta en lo físico y en lo moral. Ha bastado la mera contemplación, de la belleza de aquél, para desatar la máquina aniquiladora del deseo que ha incendiado su imaginación hasta consumirse en ella. Para Baudelaire: “El estudio de lo bello es un duelo en el que el artista da gritos de terror antes de caer vencido”.
La negación y represión que intentan las autoridades venecianas sobre la existencia del cólera es una reflejo de la represión que intenta G.V. Aschenbach sobre sus instintos desatados; intentos inútiles en ambos casos. Así pues G.V. Aschenbach descubre que esa pulsión antes oculta y sojuzgada por la razón, puede renacer imprevistamente para exigir que la vida sea no sólo razón, paz y disciplina, sino también locura, violencia y caos.
En todo caso, G.V. Aschenbach consigue sublimar su pasión y trasladarla al mundo de la filosofía antigua, viéndose transformado en Sócrates en su diálogo con Fedro acerca de la Belleza y el Amor.
 
Nota final
Novela corta, pero de una intensidad y profundidad extraordinarias.
Advierte Vargas Llosa en su breve ensayo sobre ella: “Leído y releído una y otra vez, siempre se tiene la inquietante sensación de que algo misterioso ha quedado en el texto fuera del alcance, incluso, de la lectura más atenta”.  
Andrés Hueso
Diciembre de 2013

 
  


 

viernes, 29 de noviembre de 2013

martes, 5 de noviembre de 2013

Hoy hace 50 años que falleció el poeta Luis Cernuda, fundador y uno de los principales elementos de la Generación del 27.
Aquí os pongo la dirección del artículo que le dedica Luis García Montero en la sección cultural del "El País" del día de hoy.
Desde este pequeño espacio le queremos dedicar un recuerdo a este admirado poeta.

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/11/04/actualidad/1383594006_759668.html

martes, 29 de octubre de 2013


EN OCTUBRE CON "LEÓN EL AFRICANO"


El pasado viernes, día 25, nos reunimos para tratar en el Club de Lectura la novela "León el africano" de Aminn Maalouf presentado por José María. Es una novela basada en una persona que realmente existió. León nos dejó mucha información sobre la época tan interesante que vivió en su obra "Descripción de África".

RESUMEN DE LA OBRA

Hasan bin Muhammed perteneció a una familia ilustrada que residió en Granada hasta que los Reyes Católicos la reconquistaron en 1492. Cuando la familia de Hasan bin Muhammed salió de la Península Ibérica, se estableció en la ciudad marroquí de Fez, donde Hasan bin Muhammed vivió su juventud. Hasan recibió una educación privilegiada, como miembro de una familia culta, y estudió en la Universidad de Al Karaouine de Fez, obteniendo el título de faqih. Durante una corta temporada Hasan bin Muhammed trabajó en un maristan (hospital y asilo), pero pronto dejó Fez para acompañar a su tío en un viaje diplomático hacia el MagrebKano y Tombuctú (en ese entonces perteneciente al Imperio Songhay, y que constituía uno de los centros culturales y comerciales más importante de África) y otras ciudades del oeste africano. Pocos años más tarde, Hasan había ya cruzado varias veces el Mediterráneo, y visitado ConstantinoplaEgipto, y probablemente también Arabia. A los veinticinco años, mientras atravesaba el Mediterráneo, fue capturado por navegantes cristianos cerca de Creta o la isla de Djerba, que, reconociendo su sabiduría lo llevaron frente al Papa León X, el cual, en 1520 lo liberó y lo bautizó con su propio nombre: Giovanni Leone di Medici, pero pronto se le conoció como Leone, il africano, es decir, León el Africano.
El Papa pidió a León el Africano que hiciera un compendio donde expusiera todo lo que conocía de África. Así, León el Africano hizo en lengua italiana, su obra más importante: Della descrittione dell'Africa et delle cose notabli che ivi sono (Descripción de África y de las cosas notables que ahí hay). Tan importante fue esta obra de Hasan bin Muhammed, que durante mucho tiempo no existió otro texto en Occidente en donde se hablara de Sudán.
En 1521 el Papa León X, mentor de León el Africano, murió, y Hasan se mudó a Bolonia. Más tarde visitó Florencia y Nápoles. León el Africano no sólo publicó sus viajes en la Descripción de África; hizo también una traducción al árabe de las Cartas de San Pablo, las biografías de treinta árabes ilustres (de los cuales veinticinco son musulmanes y cinco judíos), un diccionario entre el árabe, el latín, y el hebreo, entre otras.
Pocas referencias existen sobre León el Africano. Casi por sí solas las notas autobiográficas de la Descripción de África constituyen la única referencia de su vida. La versión más aceptada sobre los últimos años de la vida de Hasan es que viajó a Túnez, donde retornó alislam, y más tarde murió.
En 1986, el escritor de origen libanés Amin Maalouf publicó una novela sobre la vida de Hasan bin Muhammed titulada León el africano, y que ha sido traducida a varios idiomas.

RESUMEN DE LA REUNION
En general ha tenido buena aceptación la propuesta de este libro. Nos ha servido también para descubrir una persona tan interesante como Aminn Maalouf.
A continuación adjuntamos una de las muchas opiniones que hay en la web sobre el libro y su autor y que se comentó en la reunión..
"En una época de crisis en la que dos grandes imperios pugnan por la supremacía en el Mediterráneo, Hasan, nacido en Granada poco antes de 1492 y más conocido como León el Africano, emprende una extraordinaria peregrinación que, guiado por su pasión de vivir, lo llevará a la misteriosa ciudad de Tombuctú, a los quince reinos negros situados entre el Níger y el Nilo, y a la deslumbrante Constantinopla. Finalmente, sus conocimientos y experiencias, donde se funden la cultura oriental y la occidental, el mundo cristiano y el del islam, serán puestos al servicio del papa León X y de Julio de Médicis.

Tras leerla no queda más que creer que al pasado se puede viajar, pasear por las calles de una Granada a punto de ser conquistada, Una ciudad de Fez acogedora de las tristes nostalgias de los granadinos inmigrantes, un El Cairo abigarrado, colorista, bullicioso. Un Tombuctú cuya magia te atrapa, una Roma renacentista donde coexisten papa y artistas. Me ha gustado y mucho...

El señor Maalouf nos deleita con una verdadera novela histórica, una de verdad, con las peripecias de un musulmán expulsado de la Granada de Boabdil el chico y espía al final de sus días para el papa Clemente VII. La historia se inicia a finales del año 1488 de nuestra era y concluye a finales de 1526. Treinta y ocho años en los que el protagonista, Hasan, recorre con la maestría impresionante del señor Maalouf los reinos de Granada, Fez, Tombuctú, Alejandría, el Cairo, Constantinopla y la Roma del Renacimiento.
Una historia similar a otras grandes novelas históricas relatadas en primera persona por el protagonista, el Médico o Sinué el Egipcio, y que nos transporta a una edad convulsa de la historia en la que la que los imperios aparecen y desaparecen con la misma velocidad de la vida misma. En la que las riquezas y las mujeres hermosas no son más que un bien de Dios, que tal las entrega, las recoge a su libre y divino albedrío.
Es además esta novela un canto a la tolerancia, a la religión bien entendida, a la comprensión del porqué de la estupidez humana, la intransigencia y la ambición. Excelentemente escrita en el ritmo pausado tan habitual de los escritores árabes, Amin Maalouf nos introduce con respeto en la visión de un momento histórico bien conocido por nosotros, los cristianos, desde la óptica europea, pero esta vez a través de los ojos de un musulmán de mente abierta, aventurero, gozador de la vida y agradecido a Dios, al de verdad, no al inventado y reinventado mil veces por los diferentes mandatarios, sultanes, califas, papas, o reyes de turno. Una demostración de que la única patria es la tierra que pisamos y la única lengua válida aquella que nos permite acercarnos al otro. Una muestra de que la perdida de la identidad por la acogida entusiasta de una nueva no sólo no nos empobrece, sino que nos colma de sabiduría, vida e inteligencia para comprender. Un canto de aceptación de las vicisitudes tras el prisma de la esperanza y el acatamiento de nuestro destino. Una prueba patente de que cuando nuestra mente se abre, en palabras de Coelho, "todo el Universo conspira en nuestro favor".
Ya desde las primeras líneas de la obra queda patente esta visión cosmopolita y abierta del mundo: "A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía. Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el bereber  el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra, y a ellos retornaré un día no lejano."
Abro una hoja al azar y encuentro otro paraje que explica mejor de lo que yo pudiese hacer en mil años la grandeza de esta historia, "Si la muerte no fuera inevitable, el hombre habría perdido su vida entera evitándola. No habría arriesgado, ni intentado, ni emprendido, ni inventado, ni construido nada. La vida habría sido una perpetua convalecencia. Sí, hermanos, demos gracias a Dios por habernos dado el regalo de la muerte para que la vida tenga un sentido; la noche, para que el día tenga un sentido; el silencio, para que la palabra tenga un sentido; la enfermedad, para que la salud tenga un sentido; la guerra, para que la paz tenga un sentido. Agradezcámosle que nos haya dado el cansancio y las penas, para que el descanso y las alegrías tengan un sentido."
¿Qué más puedo decir? Sólo que en el fuero interno de mi faceta de escritor me avergüenzo profundamente por no tener la capacidad de escribir jamás algo parecido.

Felicidades señor Maalouf, y gracias infinitas por habernos permitido gozar con su fabulosa historia. También gracias a la excelente traducción de María Teresa Gallego y María Isabel Reverte.

Y a vosotros, visitantes ocasionales de estas críticas, os recomiendo sin pudor que os hagáis con un ejemplar de esta novela y gocéis en la soledad del lector de los mejores parajes que he visitado en mucho tiempo".




domingo, 27 de octubre de 2013

Alice Munro, maestra del relato corto

La canadiense Alice Munro, ganadora el Premio Nobel de Literatura 2013, se caracteriza por su claridad y realismo psicológico.

 

El universo literario de la canadiense Alice Munro (1931) está habitado, en su mayoría, por mujeres fuertes que, bajo una apariencia de lo más apacible, esconden sentimientos y emociones secretas.
Munro, considerada una maestra del relato corto, bucea en lo cotidiano de la vida para hacer emerger de sus personajes los más complejos matices del ser humano. Quizá por ello, en su fallo público, el Comité Nobel destacó de la escritora su “armonioso estilo de relatar, que se caracteriza por su claridad y realismo psicológico”.
La Nobel ha comentado en ocasiones que no necesita adornar a sus personajes, pues “la vida de la gente es suficientemente interesante”. Ella misma podría haber protagonizado alguno de sus cuentos, ambientados siempre en pequeñas localidades de la provincia de Ontario, Canadá.
Según los críticos, la pluma de Munro, cuyo nombre de pila es Alice Anne Laidlaw, acostumbra a enganchar al lector con giros inquietantes, a pesar de su ritmo pausado. Para la profesora madrileña Mónica Carbajosa, estudiosa de la obra de Munro, la canadiense es una “corredora de fondo”, capaz de imprimir matices significativos y reveladores al más puro estilo de Proust.
Su inclinación por el cuento o el relato breve viene dada por escritoras que la han influido en gran medida: Eudora Welty, Katherine Anne Porter, Katherine Mansfield, Elizabeth Bishop, Flannery O'Connor y Carson McCullers.
Desde ya es considerada una Anton Chejov, por su profundidad y compasión en el relato. Ha retratado una gran variedad de vidas y personalidades sin juzgar a sus personajes. A diferencia de la mayoría de los ganadores del Nobel, su trabajo se centra en el género del cuento. Lives of Girls and Women —La vida de las mujeres— es su única novela.
Munro ha ganado numerosos premios, entre ellos el del Círculo Nacional de Críticos Literarios, por Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage —Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio— y tres veces el Governor General, el máximo galardón literario de su país.
Contra la corriente
Sus escritos reflejan con frecuencia las dificultades de jóvenes mujeres en el mundo de hoy, algo que la propia autora reconoce que tiene mucho de autobiográfico. Uno de sus temas centrales es la diferencia entre su juventud en la población conservadora de Wingham, al oeste de Toronto, y su vida después de la revolución social de los años  1960. 
En una entrevista con AP, en el 2003, calificó esa  década  como una época “maravillosa”. “Como nací en 1931, yo era un poco vieja entonces, pero no demasiado, y después de un par de años las mujeres como yo vestían minifalda y se lucían por ahí”.
Munro recibió una beca para estudiar en la Universidad de Ontario Occidental, donde siguió la especialización de periodismo, y todavía no se había graduado cuando vendió un cuento a la radio CBC en Canadá.
Abandonó la universidad para casarse con James Munro, un compañero de estudios, con quien procreó tres hijos y se dedicó de lleno a las tareas domésticas. Apenas pasados los 30 años de edad se sentía tan deprimida que casi no podía escribir una oración.
Todo cambió cuando abrió una librería, Munro’s Books, con su esposo en 1963. Con estímulo renovado recuperó su talento narrativo a la vez que se deterioró su matrimonio. Su primer libro de cuentos, Dance of the Happy Shades —Danza de las sombras felices—, de 1968, ganó el premio Governor. Más adelante se casó con Gerald Fremlin, un geógrafo.
Sus cuentos suelen estar ambientados en Ontario, su provincia natal. Entre los más conocidos se encuentra The Bear Came Over the Mountain —Ver las orejas al lobo—, la historia de una mujer que empieza a perder la memoria y coincide con su marido en que debe ser internada en un asilo de ancianos.
Es en los últimos años cuando se han publicado la mayoría de sus libros en español. Entre sus obras en castellano destacan: Las lunas de Júpiter, Progreso del amor, Amistad de juventud, Secretos a voces, El amor de una mujer generosa, y Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio. La última de sus novelas, que se publicará en España, se llama Mi vida querida.
Siete de sus ficciones han sido llevadas a la pantalla, especialmente a la televisión. La película Lejos de ella, filmada en el 2006, se basa en uno de sus cuentos. Su reciente obra publicada es Dear Life (2012).
En junio último Munro dijo al National Post de Canadá: “Probablemente no voy a escribir más”.

Fuentes: elnuevoherald.com, Universia, la-razon.com. Efe

Aquí tenéis el enlace para acceder al relato "Radicales libres". Es muy interesante.

 http://ep00.epimg.net/descargables/2012/10/11/a02000fd633fbbec5518db92e61e4bfc.pdf

lunes, 3 de junio de 2013

Algunas notas sobre la novela de Marguerite Duras "El amante", por Antoinette Marmolejo

MARGUERITE DURAS
(1914-1996)
Marguerite Duras nació el 4 de abril de 1914 en Gia Dinh (Vietnam), cerca de Saigón, que pertenecía entonces a la Indochina francesa.
Su nombre real era Marguerite Donnadieu; Duras es el nombre del pueblo francés en donde su padre había comprado una casa para que su familia pasara los veranos.
La madre de Marguerite, Marie Legrand enviudó cuando ésta tenía 4 años. Su padre Henri Donnadieu fue profesor de matemáticas y al fallecer dejó a su familia en una difícil situación económica. Marie tuvo que trabajar duro para sostener a sus hijos; daba clases de francés y tocaba el piano en una sala de cine.
En 1932, a los 18 años, Marguerite regresó a París y estudió Ciencias Políticas y Derecho en la Universidad de la Sorbona. Una vez graduada, trabajó como secretaria en el Ministerio de Colonias.
En 1939 contrajo un primer matrimonio y en 1942 se casó con Dyonis Mascolo.
En 1942 empezó a publicar. El estilo de sus primeras novelas, “La Impudencia” (1942) y dos años después “La Vida Tranquila” estuvo influenciado por Virginia Wolf o Ernest Hemingway.
Durante la ocupación nazi, Marguerite simpatizó con el existencialismo de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. En esa época se afilió al Partido Comunista, colaborando activamente con la Resistencia. En los años 50 abandonó su afiliación comunista, desencantada con las políticas totalitarias seguidas en la Unión Soviética y las posturas machistas del partido.

Su producción como escritora, en muchas de sus novelas con toques autobiográficos, se inscribe en la tendencia literaria del nouveau roman, Aborda temas como la soledad, el amor o la muerte.
“Un Dique Contra El Pacífico” (1950) supuso su revelación literaria.
Otros títulos son “El Marino De Gibraltar” (1952), “Los Caballitos De Tarquinia” (1953) y “El Square: Días Enteros, En Las Ramas” (1955).

En 1958 su novela “ Moderato Cantabile”  la consagró internacionalmente.

A partir de los años 50, Marguerite trabajó en el cine como guionista. Colaboró entre otros con René Clément en “This angry age” (1958) y con  Alain Resnais en “Hiroshima Mon Amour”.

En 1967 dirigió su primera película, “La Música”. Su filmografía como directora destaca por el vanguardismo y la experimentación.
Durante los años 60 y 70, compaginando la literatura con el cine. Escribió varias novelas: “El Arrebato De Lol V. Stein” (1964), “El Vicecónsul” (1965), “La Amante Inglesa” (1967), “El Amor” (1971) y “Canción India” (1973).

A partir de los años 80, Marguerite, que ya era alcohólica, inició una relación sentimental con el actor y escritor Yann Andreá Steiner, que interpretó varias de sus películas. También Gérard Depardieu fue protagonista de algunas de sus películas.

Ganó el premio Goncourt en 1984 con su novela “El Amante.”, escrita por encargo y que fue llevada al cine por Jean—Jacques Annaud con el protagonismo de Jane March y Tony Leung.
Igualmente fueron adaptadas para el cine varias de sus novelas.

Otros títulos de su trayectoria literaria son “El Dolor” (1985), “Ojos Azules, Pelo Negro” (1986), “La Vida aterial” (1987) y “El Amante De La China Del Norte” (1991) que retoma y amplia el tema de “El Amante”.

Marguerite Duras murió de cáncer el 3 de marzo de 1996 en París, a los 81 años.

INDOCHINA (algunos aspectos)

La Indochina francesa (Đông Dương thuộc Pháp en vietnamita) es una parte del antiguo imperio colonial francés, creación de la administración colonial a partir de 1883. Agrupaba varios teritorios con estatus oficiales distintos:
-        los protectorados de Tonkin y Annam y la colonia de Conchinchina, agrupados a partir de 1949 en el estado de Viêt Nam (con territorio idéntico a la actual Republica socialista de Viêt Nam);
-        el protectorado francés de Laos;
-        el protectorado de Camboya;
-        el «comptoir» (punto de comercio) de Kouang-Tcheou-Wan.

El estado francés y las empresas industriales importantes, así como la banca, extendieron sus actividades en Indochina (el grupo Rivaud y la sociedad Michelin, especializados en el caucho, industrias textiles, cimenteras, tabacaleras, plantaciones de hevéa, te y café, destilerías y la poderosa minería. La banca (bancos franceses como la Société Générale, Banque de Paris et des Pays-Bas, Crédit Lyonnais) se beneficiaba de un estatus único con el privilegio de emitir la moneda indochina (piastra). Exceptuando a Argelia, fue la colonia que recibió las inversiones más fuertes por parte de Francia, estimadas en 1940 a 6,7 millares de francos-oro.
Los transportes y las vías de comunicación (ferrocarril, canales y carreteras), tan necesarios para el desarrollo y la expansión de esas industrias, fueron objetos de una atención particular por parte de la Francia metropolitana, que se encontraba en 1939 a 30 días en transporte marítimo desde Marsella.

La enseñanza fue otro de los instrumentos para la colonización. Pronto se decidió descartar la asimilación (hacer de los niños de Indochina pequeños franceses) y se optó por una instrucción “franco-indígena. Esa política fue determinada por el gobernador general Pasquier quien en 1930 expresaba sus dudas: “Desde hace miles de años, Asia posee su ética personal, su arte, su metafísica y sus sueños. ¿Asimilará alguna vez nuestro pensamiento greco-romano? ¿Es posible, es deseable?... En Asia, sin hablar de los distanciamientos debidos a la raza, nos encontramos con almas y espíritus formados por la civilización más antigua del mundo.”
Evidentemente, los valores y los métodos europeos prevalieron, pero con un propósito claro y suficientes medios tanto estatales como privados (escuelas dirigidas por religiosos y religiosas) se logró la escolarización como herramienta de colonización: en 1942, más de 700 000 niños frecuentaban la escuela primaria para una población de 24,6 millones de personas; lo que para la época y tratarse de una colonia, se podía considerar un  resultado bastante exitoso.


EL AMANTE

El Amante cuenta la relación entre la narradora, una muchacha blanca de 15 años, y un chino rico de 28 años. En la Indochina colonial de la época entre las dos guerras mundiales del siglo XX, esta historia representa una transgresión: la situación social, la raza, la diferencia de edad. Su historia de amor se desarrolla en un entorno extraordinario pero acabará con la marcha de la muchacha a Francia y su amante se casará con una joven y rica china.

Marguerite Duras toma como base en cada una de sus obras, la percepción femenina del entorno, el concepto del mundo por el segundo sexo (le deuxième sexe). Esta elección del enfoque indica una postura subversiva , como escritora, en oposición a la literatura masculina. Con ello reivindica lo específicamente femenino, el derecho a la diferencia, idea y convencimiento que transmiten todas sus obras e inscribe a la escritora, desde los años 70, en el movimiento neo-feminista que invierte el esquema tradicional, valorando lo femenino frente a lo masculino. Este planteamiento rechaza la retórica clásica (elocutio), que antepone el arte de expresarse bien, de persuadir o el arte de la moral, para ceñirse a una retórica de la diferencia, privilegiando el distanciamiento de las normas establecidas, apostando por lo subversivo y lo femenino. Deshecha los cánones habituales de la escritura novelesca (narración, descripción, definición de los personajes) para optar por un estilo que antepone el diálogo, a menudo un falso diálogo entre lo dicho y lo no-dicho, y los pensamientos profundos de sus personajes.

Por lo tanto,  la noción del amor y del deseo se expresan bajo un punto de vista femenino con el que la escritora se identifica, tanto en lo literario como en su propia vida y que la autora define como marginal. Este enfoque determina la elección de los temas y de los personajes de sus libros.

En el caso de el Amante, la muchacha de 15 años es un personaje femenino aislado y en parte marginado por la sociedad , rompiendo los marcos y los límites aceptados. Marguerite Duras dijo que quería describir “el amor más fuerte que la muerte”; en el Amante ese amor no corresponde al amor romántico sino a un amor-pasión, que la autora define corto, doloroso y que lleva a la muerte.

El Amante no es una novela autobiográfica en el sentido tradicional; la historia contada no está completa ni se desarrolla a lo largo de la vida. Sólo se trata de un momento importante de la vida, que puede significar un giro al futuro hacia otro rumbo.

En el espacio-tiempo limitado que describe la novela, intervienen personajes, eventos, relaciones y sentimientos que le dan el valor de una vida entera. El discurso va del pasado al presente. Está escrito en primera persona pero también distanciándose, usa  la tercera persona: El hombre, la Muchacha, especialmente cuando se refiere al pasado. Las escenas de intimidad son descritas con cierta frialdad, aplicando la autora el principio de distanciamiento.

El estilo  se presenta un tanto descosido, contando o insinuando anécdotas – a veces por simple asociación de ideas, de forma poética; de ese estilo emana  la melancolía y la sensualidad. Las frases son cortas, lo que le imprime contundencia al discurso. La economía de palabras, muy en la tónica de la autora, resulta muy eficiente: menos palabras, más silencio.

Escrito por Marguerite Duras a los 70 años (55 años después de que la historia ocurriera), el retrato autobiográfico de la muchacha la muestra dividida entre su familia y el chino. La novelista describe una familia dura y destructora, con la ausencia del padre, una madre injusta con rasgos de locura, un hermano mayor, ladrón, mujeriego y jugador, que actúa como un tirano(en algunos estudios del libro, se habla de la idea de incesto que se insinúa entre la muchacha y su hermano mayor), un hermano pequeño débil. Su familia se presenta como un lugar donde el amor verdadero resulta imposible.

Escapando de ese ambiente, descubre el deseo. Para ello vive una transición. El pasaje en el barco por el río es un momento decisivo en su vida; representa el símbolo del pasaje y de la iniciación . También nos indica que el personaje y la historia están en movimiento.

En este punto podemos recalcar el papel del  agua en diversos aspectos y significados, el agua está presente a lo largo de toda la novela : el pasaje del río Mekong en el barco y luego el viaje en paquebote hasta Francia, las lluvias del monzón, las duchas que los amantes toman, la casa que se lava cada vez que el hermano mayor está ausente. El agua puede interpretarse como elemento de viaje o símbolo de purificación.

También llama la atención el papel de la vestimenta, que se reconoce en objetos simbólicos del estatus o de la diferencia; la autora menciona especialmente el sombrero y el calzado (los zapatos dorados).

En cuanto a algunos personajes secundarios, notamos como la mendiga y la madre comparten la misma incapacidad a establecer nexos de amor con sus hijos y de hacerse cargo de ellos.
Sin afirmarlo, se nos presenta a su amiga Hélène Lagonelle – que es un nexo casi exclusivo con los colonos franceses, como una persona simple. La descripción del cuerpo de Hélène demuestra el deseo que la narradora siente por ella (los pequeños pechos de Hélène); lo que refuerza la ambigüedad sexual del personaje (el símbolo del sombrero de hombre). A Hélène, la muchacha quiere darle su amante para que sepa del placer y alcanzarlo ella misma, viéndolos juntos.

Volviendo a la esencia de la historia contada, en contra del comportamiento tradicional, en lo social y en lo personal, que se espera de las adolescentes de esa época, el  viaje al deseo de la narradora no es temeroso: la muchacha se expone voluntariamente a las miradas masculinas. Ella no es un objeto ni una víctima pues es consciente de su poder sobre el hombre, del deseo que inspira y  también del que ella siente.
Después de su ruptura con el amante, toma consciencia total de su vida: “Creo que mi vida se está mostrando a mi.”
Contado entre el pudor y el impudor, ese viaje al deseo y al descubrimiento del placer físico, deja una gran parte a la imaginación del lector, convirtiéndolo en voyeur discreto y a veces desconcertado de esta historia de amor.