El País de las Últimas Cosas muestra cómo son las cosas en la ciudad: “Cada vez que crees saber la respuesta, descubres que la pregunta no tiene sentido”.
La Invención de la Soledad (Solitude) permite auscultarse a través del dinero.
El Libro de las Ilusiones descubre a unos personajes que han muerto, cuando en una anterior simplemente habían desaparecido.
El Cuaderno Rojo es una serie de casualidades de la vida del autor: “El mundo es un misterio azaroso”; se hacía novelista mientras descubría “la música del azar”.
Tombuctú recuerda al Unamuno de Niebla: Desmedidos apetitos de una época embelesada por el narcótico de la banalidad y el hedonismo. Es el mundo visto por un perro que comprende el inglés.
Experimentos con la Verdad muestra que nada es igual a partir de un rayo que alcanza a otro niño que iba delante de él en un campamento.
El Palacio de la Luna proyecta una irónica simbiosis de tres notables viajeros del pasado, como la primera novela que escribió Benjamín Sachs en Leviatán.
Un Hombre en la Obscuridad muestra un fatalismo al que intenta sobreponerse el creador de este embrollo, pues como confiesa en lo que tal vez sea la piedra angular de cuanto leemos, “Voy con cautela porque veo que la historia puede tomar un camino u otro, y todavía no he decidido el sentido que quiero darle. ¿Esperanza o desaliento? Existen ambas posibilidades, y ninguna me satisface plenamente. ¿Podemos tirar por el camino de en medio después de semejante comienzo, después de dejar estupefacto al pobre Brick y arrojarlo a los lobos? Probablemente no. Concita, entonces, pensamientos oscuros, y va al fondo de la cuestión, sigue hasta el final.” Son dos historias paralelas en que los personajes y sus acciones deambulan de una a la otra. Quizá la primera idea sobre la novela es la muerte de un hijo de David Grossman en la guerra de Palestina. Es enrevesada hasta que te das cuenta del asunto después de los dos tercios de la novela. Aquí surgen las únicas pegas que he visto: historias de personajes secundarios prescindibles y la poco creíble conversación con la nieta sobre sus relaciones con putas en sus años más jóvenes.
Notas
(1) Ruinas circulares de Borges: Su hijo no es más que un sueño suyo y él descubre en el momento de su muerte que es el sueño de otra persona.
(2) Existencialismo: Uno de sus postulados fundamentales es que en el ser humano "la existencia” precede a la “esencia” (Sartre), es decir, que no hay una naturaleza humana que determine a los individuos, sino que son sus actos los que determinan quiénes son, así como el significado de sus vidas. El existencialismo defiende que el individuo es libre y totalmente responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano la creación de una “ética” de la responsabilidad individual, apartada de cualquier “sistema de creencias” externo a él. La vida real de la persona es lo que constituye lo que podría llamarse su «verdadera esencia» en lugar de estar allí atribuido a una esencia arbitraria que otros utilicen para definirla.
(3) Terror Gótico: Gran parte de las historias trascurren en castillos, monasterios medievales, caserones... En sentido estricto, el terror gótico fue una moda literaria, de origen fundamentalmente anglosajón, que se extendió desde finales del siglo XVIII hasta finales del siglo XIX, como reacción al Racionalismo. Fue el preludio de novelas románticas de vampiros y otras como Frankenstein, etc. Normalmente hay un malvado y una inocente muchacha en apuros.
TOMBUCTÚ. RESEÑA
Mr. Bones es un perro de raza indefinida, pero de una inteligencia muy precisa. No habla inglés, quizá porque se lo impide la forma de sus fauces, pero tantos años escuchando el incesante torrente verbal de su amo han hecho que lo comprenda a la perfección, y que pueda pensar e interpretar el mundo con una sensibilidad muy canina y una sintaxis muy humana. Porque Mr. Bones tiene siete años y ha vivido desde que era un cachorro con William Gurevitch, más conocido como Willy Christmas desde que Santa Claus le habló desde el televisor, provocando en él una auténtica experiencia mística. Willy es un vagabundo, un poeta errante, un excéntrico superviviente de las revoluciones de los sesenta.
En un principio, se asoció con Mr. Bones en busca de protección, porque la vida en las calles es muy dura, pero lo que podría haber sido una mera alianza de conveniencia se convirtió en algo mucho más intenso, un mutuo descubrimiento (Willy hasta llegó a crear una sinfonía de olores, una obra de arte canino para deleitar a Mr. Bones), un amor sin condiciones. Juntos han recorrido América, han sobrevivido a duros inviernos en Brooklyn y han vuelto a salir a la carretera con la llegada del buen tiempo. Y ahora están en Baltimore, viviendo la que quizá sea su última aventura en común: desde hace días Willy presiente que está llegando al final del camino, y antes de dirigirse a ese otro mundo que él y Mr. Bones llaman Tombuctú quiere encontrar a Bea Swanson, la profesora del instituto que le abrió las puertas de la poesía, para confiarle lo único que le importa en la vida, sus setenta y cuatro cuadernos de poemas y el leal, inteligente, notable Mr. Bones.
TOMBUCTÚ. COMENTARIOS
William Gurevitch. tras problemas con las drogas y con enfermedades mentales, ve alterada su soledad debido a la llegada de Mr. Bones, un perro que él acoge como mejor amigo. De hecho, vagabundo y perro se hacen tan cercanos que dialogan y discuten diariamente comprendiendo cada uno el idioma del otro. Ya en la primera página, cuando Willy comienza a estornudar dejando flemas y sangre, Mr. Bones aparece pensando como si fuera un adulto o un niño con pensamientos coherentes.
Mr. Bones asiste a los últimos días de Willy, a sus interminables monólogos en los que rememora su existencia y la certidumbre de que el fin está próximo, y con él la partida hacia la mítica Tombuctú en la cual moran los seres humanos tras la muerte. Realidad y recuerdos se entremezclan, y Willy se dirige hacia Baltimore en la que, preso ya de su delirio preagónico, se siente como en la Polonia de sus ancestros. Cuando Willy desaparece de su vida, el perro conoce otra parte, a veces oscura y a veces feliz, de la convivencia con diversas personas. Comienza así una nueva historia como perro vagabundo; se encuentra con niños que abusan de él y otros que le ofrecen su protección. Incluso llega a formar parte de una familia burguesa; le alimentan, le ofrecen cuidados y limpieza. Su periplo de amo en amo es al mismo tiempo la constatación de que no puede fiarse de nadie y de que siempre hay alguien dispuesto a acogerlo, aunque ambas condiciones vayan irremediablemente unidas. Pero ninguna de estas experiencias igualará lo aprendido y convivido con Willy: la autenticidad de la vida, la complicidad de una relación, quedará siempre en el recuerdo.
Mr. Bones nunca pierde a la figura de Willy como fuente principal de sabiduría; éste incluso vuelve de Tombuctú para hablarle en sueños y es así como la narración va y viene sin perder a Willy como eje central de la vida del perro. Más adelante, Willy se le presenta nuevamente en sueños para aclararle que en Tombuctú se admiten perros, que lo suyo está arreglado y que, mientras tanto, se porte bien. Este hecho precipitará el desenlace. Durante toda la novela se van dando pistas para adivinar el final, pero la solución que da al desenlace esperado es realmente imaginativo.
La novela no tiene diálogos. Se basa en los monólogos interiores de los protagonistas. Se reciben de esta manera descripciones detalladas mezcladas con pensamientos, vivencias y sentimientos, del animal y de quienes le rodean. Una historia breve, pero intensa, que habla del amor, la lealtad y la fidelidad. La descripción de la vida horrible de Willy en la casa paterna muestra casi en plan jocoso una situación irrespirable.
Esta obra retoma el tema constante del azar en Paul Auster, la narración ágil y sencilla queda parcialmente abierta al final, porque en ella lógicamente actuará la aplastante fuerza de este azar. Que Willy tuviera aversión a llamar por teléfono a Bea Swanson ya formaba parte del destino de Mr. Bones, determinado por cada una de las decisiones que se toman a lo largo de la historia. En Baltimore, Willy se lo juega todo a una carta, como en cualquier juego de azar, al buscar la casa de la señora Swanson.
Aunque hay un cierto consenso de los críticos en que es una novela menor de Auster, a mí es una de las que más me han gustado, quizá porque una lectura por segunda vez se hace con mayor detenimiento. La historia es perfectamente coherente y creíble, con tal de poner a un niño en lugar de a un perro; es verdad que algunas escenas no serían adaptables con un personaje infantil, pero en la mayor parte de la obra el perro refleja cierto parecido con la manera de pensar de niños con diferentes edades.
Auster escribe en tercera persona, pero parece que quienes hablan son los dos personajes principales; al relatar usa un registro diferente para cada uno de los personajes como si de escritura en primera persona se tratara, dando un estilo fresco con las ventajas del escrito omnisciente y la cercanía interior de la primera persona. A mí me parece poesía, un canto a la inocencia, precioso, tierno (especialmente la historia con el chico chino). Los monólogos del capítulo 2 hay que leerlos muy despacio, porque son largos y se corre el riesgo de aburrirse y perderse, pero son espectaculares.
Se acusa a Auster de alargar sus escritos innecesariamente. Sin embargo, en el capítulo 4 muestra que el libro podría ser mucho más corto si sólo contase la historia del perro, pero a la historia se le suman todas las ideas de los personajes respecto de las situaciones de la vida; precisamente esas digresiones de Willy y Mr. Bones es lo que le da interés al relato. Los pensamientos de los personajes permiten al autor hablar de conceptos importantes, como, por ejemplo, cuando Mr. Bones tiene lástima de Dick que sólo se interesa por cosas no importantes, o cuando Polly piensa en las relaciones con su marido.
Mijaíl Bulgákov, en "Corazón de perro" —curso 2017-18 del Club de Lectura—, introduce comportamientos caninos en un hombre marginal en la Rusia soviética —una proposición un tanto frankenstiniana—, que le permite a Bulgákov poner de manifiesto sus aprensiones sobre la sociedad en la que le tocó vivir. Auster introduce comprensión del lenguaje humano y con ello de su pensamiento, en un perro a quien lo pone en relación con algunos personajes de perfil bastante estereotipado.
ResponderEliminarEn la propuesta de Bulgákov, las costuras de la sociedad crujen con el comportamiento de Bolla, que es incompatible con aquella. En la de Auster Mr. Bones simplemente sufre una limitación para la comprensión de la parte de la sociedad humana con la que tiene contacto, pero no a causa de su naturaleza canina, sino porque el estrafalario Willy le ha ofrecido una versión mutilada de la sociedad humana; la sombra del “mito de la caverna” de Platón es infinita.
Y es aquí donde no sé si hay una trampa del narrador o es su mérito, porque a veces parece que Mr. Bones siente una lúcida incomprensión de la conducta humana —de la que derivaría la mirada crítica del autor—, cuando en realidad el perro solo es capaz de mirar a través de una lente que adolece de las aberraciones ópticas aportadas por Willy.
Por otro lado, Mr. Bones adquiere en el capítulo 4 una percepción material de la vida social escasamente creíble; por ejemplo: una estimación del valor monetario, los 200 $ de coste de la caseta que le compra y construye Dick, o la percepción del conflicto matrimonial de Polly.
¡ Madre mía, qué soledad !
ResponderEliminarEn mi gusto personal, el capítulo 2 me parece lo mejor de Tombuctú. El inicio con el relato lírico inicial de lo que concepto Tombuctú ha llegado a representar para las expectativas de Mr Bones y el enlace con el discurso testamentario de Willy, tan caótico, —¿o es caótico solo en apariencia?— como deprimente y decepcionado. El discurso de un derrotado —humillado y ofendido— que, después del inmenso esfuerzo para llegar a Baltimore para intentar encontrar a su vieja maestra y entregarle la obra de su vida, reniega de ella «… “y en lo que a él se refería ni siquiera los cuadernos que estaban en la consigna del Greyhound tenían más valor que un pedo o una lata de judías vacía. Que los quemaran, lo mismo le daba, que los tiraran a la basura, que los pusieran en los retretes para que los cansados viajeros se limpiaran el culo.».
Y todo ello de una lectura electrizante.
Gracias, Manolo, por tu presentación, y a Andrés por hacer siempre "los deberes". Son varias las obras que he leído de Auster: "Brooklyn Follies", "El cuaderno rojo", "El libro de las ilusiones", "La música del azar" (si no recuerdo mal creo que esta también la propusiste tú hace unos años)...Y "Tombuctú" es quizás la que menos cosas tiene en común con las otras. Esto, en principio, no es bueno ni malo, aunque para mí no es la mejor de Auster, y alguna decepción me he llevado. No aparecen esos temas repetidos en casi todas sus obras, como la metaliteratura, o la importancia del azar en nuestras vidas (este último presente en "Tombuctú" solo de puntillas). Por otra parte, sí están presentes las preocupaciones existenciales de Auster sobre la enfermedad y la muerte.
ResponderEliminarQue el protagonista de esta historia sea un perro (Mr.Bones/ Cal / Sparsky) es un elemento de riesgo añadido para la narración, porque hay que hacer creíble la fabulación y su justificación. En ese sentido creo que Auster ha desperdiciado -en parte- las posibilidades de distancia y crítica social que le daba el punto de vista de un perro(que piensa y sueña) sobre los seres humanos.
No es la primera vez que perros u otros animales aparecen como protagonistas de una historia,y entre ellas quiero aquí recordar la estupenda novela "El coloquio de los perros" de Cervantes, donde los perros Cipión y Berganza de pronto se vieron dotados de la facultad del lenguaje verbal...
Volviendo a "Tombuctú" (es curioso el título, quizás a nosotros no nos parezca un sitio tan lejano como desde New York), creo que tiene cosas interesantes: estupendo el personaje de Willy G. Christmas, vagabundo, escritor, no convencional, con trastornos esquizoides... Para mí son mejores los dos primeros capítulos que los otros tres, precisamente por la presencia de Willy, aunque de algún modo sigue apareciendo en los sueños de Mr.Bones. Me costó esfuerzo conectar con el resto de la obra.
Sí me ha gustado ese final dramático en la autopista, camino de Tombuctú... (muy cinematográfico)
Me ha gustado su lectura, creo que sabe tocar temas muy interesantes. El hacer uso de un perro tan particular para ejercer de contrapunto del protagonista y conseguirlo es de buen escritor. Al ser una persona que me gustan los perros, llevo conviviendo con ellos casi toda mi vida, me he dado cuenta de lo bien que consigue interpretar sus pensamientos, siempre he dicho que algunos quizás sean mas listos que los humanos, ellos casi siempre nos entienden lo que le decimos y a nosotros nos cuesta trabajo comprenderlos la mayoría de las veces. Me ha resultado muy emotivo. Gracias.
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