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domingo, 1 de diciembre de 2019

Federico en su balcón de Carlos Fuentes


Notas acerca de Federico en su balcón de Carlos Fuentes


Sesión del Club de Lectura del 4 de octubre de 2019.

Andrés Hueso



Introducción
Se ha escrito —y seguramente es cosa de los editores— que esta obra es el testamento literario de Carlos Fuentes. Creo que no es así como tampoco parece que lo fuera su intención, ya que murió repentinamente el 15 de mayo de 2012, antes de que pudiera hacer la presentación en la feria del libro de Guadalajara, prevista para el 7 de noviembre de ese año y ya había hecho una presentación previa en Feria del Libro de Buenos Aires, el 1 de mayo, donde dijo las siguientes palabras: «La novela que acabo de terminar, Federico en su balcón, está protagonizada por dos interlocutores: el autor de la novela y el personaje Federico Nietzsche. Como Nietzsche dijo “Dios ha muerto”, Dios, para contradecirlo, le da una segunda vida a Nietzsche, pero le permite observar un mundo donde todo es un eterno retorno.»; además, y según sus propias palabras, ya tenía preparada una nueva novela en la que se iba a poner a trabajar de inmediato.
Pero lo que sí hace Fuentes en Federico en su balcón, es regresar al tema de la Revolución, un asunto que recurrentemente había abordado desde que en 1958 publicó La región más transparente, volviendo sobre el en La muerte de Artemio Cruz, 1962; Gringo viejo, 1987; Cristóbal Nonato, 1987; y presente también en varios de sus ensayos.
La reflexión de Fuentes sobre este asunto, se ha dirigido a señalar repetidamente la reiteración trágica del final la revolución, a saber: apenas se derrota la antigua figura de la opresión, surge una nueva casta de privilegiados, que usurpa el poder; traición radical y grosera de los ideales por los cuales miles de personas han sacrificado sus vidas.
El vehículo que usa Fuentes en esta obra es un encuentro imposible: dos personajes se hablan desde dos balcones contiguos de un hotel. Uno resulta ser Federico Nietzsche y el otro ¿el narrador, un alter ego de Carlos Fuentes, él mismo, o …? Deliberadamente Fuentes no lo aclara, como tampoco el tiempo en que sucede, ni el lugar (un “Hotel Metropol”).

Estructura
Desde el principio el lector se encuentra con una estructura desconcertante. Se van alternando los diálogos entre Nietzsche y el narrador —contenidos en breves capítulos— con los que van desarrollando la trama y que se titulan con el nombre del personaje que lo va a protagonizar. Generalmente, el asunto “platicado” entre los ocupantes del balcón, uno diferente en cada breve capítulo —conversaciones más inquisitivas que declarativas y en las que se duda más que se afirma— encuentra un desarrollo, aplicación o manifestación en su capítulo subsiguiente y en lo que hablan, dicen o les sucede a los personajes. De este modo, cada asunto abordado por los dialogantes se refleja, se ilustra o se contiene mediante una historia posterior.
La notación orto tipográfica introduce —por voluntad del autor— una considerable confusión al suprimir los guiones en los diálogos, por lo que sólo a partir de la mitad de cada diálogo nos puede empezar a quedar claro quién es quién expresando sus ideas.

Personajes
Cada uno de los personajes representa una clase social. El elenco lo encabezado un trío fundamental: Saúl Mendés-Renania, místico e idealista, sin instinto de poder; Aaron Azar, abogado moralista, cobarde e incómodo con su vida y con las contradicciones que lo van a acompañar; y Dante Loredano, aristócrata revolucionario. Los tres creen ser artífices de un movimiento revolucionario y se reúnen teorizando sobre una revolución que, sin su participación, se está originando en la calle provocada por otras fuerzas y que, una vez en marcha, terminará por devorarlos.
Leonardo Loredano, hermano de Dante y reverso de él, moviéndose en medio de las fuerzas fácticas, persigue ser el que consiga controlarlas.
Gala, una mujer joven y extraña que desea instigar un trio, sin sexo ni deseo —pues para ella este es el enemigo de su pasión inmaculada—, entre ella y los hermanos Loredano.
Andrea del Sargo, militar que con pequeños actos moviliza, primero una desobediencia, y enseguida una modesta rebelión que rápidamente adquirirá unas proporciones incontrolables.
Integrantes del pueblo y, por tanto, también víctimas del sistema: Rayón Mercí, el loco pederasta asesino; Niña Elisa, asesina de sus benefactores; Basilicato, zapatero solitario que cumple muchos papeles —como los actores que representan muchos personajes en la misma obra—; Juan Colorado, gendarme solitario y más cosas. Todos transformados en verdugos gracias o a causa de la revolución.
Dorian, hermafrodita que fascina y engaña con su atractivo femenino, y que, cuando se descubre su verdadera identidad, recibe la humillación que se plasma en el trato cruel y la posesión violenta a cargo de Basilicato, quien actúa como una herramienta más del poder.

Temas
El eje narrativo central de Federico en su balcón es una fabulación relativamente abstracta sobre el poder y la desventura de las revoluciones.
El trío que pretende Gala con los hermanos Loredano, evoca el de Nietzsche, Lou Andreas-Salomé y Paul Ree.
El éxito pertenece a quien reconoce la oportunidad para mudar de personaje: las cosas deben cambiar para que todo siga igual. En la actuación de Andrea Del Sargo escuchamos un eco de las palabras del príncipe de Salina en El Gatopardo. Se cumple el ciclo fatal de revolución, corrupción y restauración.
La música de Wagner, que es el bálsamo o el clavo ardiente, agarradero en fin de la supervivencia de Dorian, según sabemos en Dorian 6. Precisa y significativamente este capítulo esta narrado por Nietzsche y en el que Gibelino desprecia con muy duras palabras —en un lenguaje que no puede ser suyo, sino opinión Nietzschetiana— su relación con Wagner, en la que el filósofo no quiere entrar a hablar en el diálogo posterior, es otro de los trasuntos aportados por Carlos Fuentes.
Encuentro un paralelismo aproximado entre el trío Saúl-Dante-Aarón y el de los nombres mas recordados de la Revolución Francesa de 1789: Marat-Saúl, sobre todo, en los males que lo aquejan y su muerte, aunque no en su pensamiento; Danton-Dante,  incluso en algunos diálogos Nietzsche llama al autor “Danton” y en la oposición ideológica que Danton mantuvo con Robespierre, quien lo llevó a la guillotina; Robespierre-Aarón, en el sostenimiento y continuidad del Terror. Y también igualdad en el orden sucesivo de sus respectivas muertes.

Momentos literarios destacados
El breve diálogo que sintetiza la confusión popular (p.124).
«¿Sabes que anoche un padre mató a toda su familia? Lo detuvieron. Lo interrogaron:
—Quería vivir solo. —¿Y su familia? —Interrumpieron mi destino. —¿Lo supieron? —No supieron nada. —¿Usted supo lo que hacía? —No, los maté sin saberlo. —¿Ellos no sabían, usted no sabía? Entonces, ¿quién sabía? —No me confundan.»
Una evocación nítida del Marat-Sade de Peter Weiss (p.123).
Los argumentos de María Águila, antes Sor Consolata, a Saúl para matarlo, acerca de la traición que le espera o que él mismo llegue a traicionarse (p.151).
Las paradojas y contradicciones del discurso revolucionario, Dante 2 (p.163).
La escena en que describe (p.183) con trazos nerviosos e intensos, rápidos y exactos, las escenas del caos que ha provocado la revolución en la ciudad, cuando la multitud se halla extraviada y sumida en sus deyecciones, el barro y las ratas, donde todos se han convertido en personajes de la picaresca, y los muertos son arrojados a fosas comunes o utilizados para practicar el tiro (p.277).
La debacle de Aarón (p.219) el hombre sumido en la contradicción de proclamarse un hombre inmaculado en su vida pública, y que vivía infringiendo la ley en su vida privada al proteger a una niña homicida.
La escena esperpéntica (p.260) en la que se describe la marcha de Aarón hacia el cadalso entre escupitajos e insultos, recibiendo sobre su cabeza un baño de excrementos y orines por parte de una multitud que se comporta como un animal herido.
El momento sublime (p.283) de la repentina pasión sexual que se da entre Charlotte Colbert —madre de los hermanos Loredano— y el militar Andrea de Sargo, cuando este acude a entregarle el cadáver de su hijo Dante.
El desenlace final, cómico, picaresco y trufado de modismos del argot mexicano de la historia de Juan Colorado o Mamerto Miércoles de Ceniza (p.289).

Niveles de lectura
Sin ser una obra que pueda considerarse de grandes complejidades ni extensión, presenta a mi juicio distintos niveles de lectura: 1) La trama, llamémosla principal, de la propia peripecia revolucionaria y que podría ser una historia casi convencional; 2) La de la psicología de los personajes de esa trama; 3) Los diálogos Nietzsche / Fuentes, a semejanza de los de Marco Polo y el Gran Khan en Las ciudades invisibles de Italo Calvino, los temas tratados en esos diálogos sobre el poder, la predestinación, la justicia, la democracia, …; preguntas sin respuesta confiable; y 4) La construcción literaria del conjunto.
En Federico en su Balcón, en fin, Carlos Fuentes despliega su capacidad de inventar lenguajes y su catálogo inagotable de personajes excéntricos y perspicacia psicológica. Los que en esta obra desfilan son esbozados en trazos soberbios, utilizando un complejo juego de códigos y modificando a su servicio los recursos narrativos para apartarse de la linealidad del relato y conseguir un auténtico retablo barroco con elementos picarescos, esperpénticos, epopéyicos, ensayísticos, de crítica social. Todo ello intemporal y, por tanto, de rabiosa actualidad.