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CARRUSEL 2023-24

viernes, 11 de diciembre de 2020

El día de la lechuza

 Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 11 de diciembre de 2020,

por confinamiento debido al COVID-19


Obra: El día de la lechuza
Autor: Leonardo Sciascia
Presenta: Lola Acosta


Leonardo Sciascia. Biografía

Nació en 1921, Hijo menor del administrador de una azufrera, Leonardo Sciascia estudió magisterio en Caltanissetta (Sicilia) y dedicó parte de su vida a la enseñanza (en Racalmuto entre 1949 y 1957, y en Caltanissetta desde 1957 a 1969). Publicó su primer libro en 1956, Las parroquias de Regalpetra, una narración aparentemente neorrealista, en realidad autobiográfica y ensayística ambientada en un pueblo siciliano, trasunto claro de Racalmuto.

Después de su jubilación anticipada en 1970, ejerció el periodismo (Corriere della Sera), junto con la práctica de la literatura y la enseñanza hasta convertirse en uno de los novelistas italianos más importantes del siglo XX. Simpatizó con el Partido Comunista Italiano del que acabaría apartándose para adoptar una posición independiente, lo mismo le pasó con el Partido Radical. En efecto, fue elegido en 1975 por la lista comunista como concejal de la ciudad de Palermo, pero dimitió dos años más tarde; luego fue elegido diputado europeo y diputado al congreso italiano (1979-1983) por el Partido Radical de Marco Panella.

Formó parte de la comisión de investigación sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro, sobre el que escribió El Caso Moro (1978). Falleció de cáncer en Palermo (1989). Todo ello le valdría un amplio reconocimiento y estima, hasta el punto de que escritores, políticos y público en general lo consideraran "conciencia crítica de Italia" por su implacable denuncia de la corrupción política y de la violencia mafiosa.

Los temas de sus obras
Sicilia y los sicilianos están presentes en la mayoría de sus obras, traducidas a numerosos idiomas. Sciascia legó su interpretación del mundo y de los grandes interrogantes de la humanidad a través de su "sicilianidad", no en vano la mayor parte de sus novelas están ambientadas en esta isla mediterránea.

Publicó en 1961 su primera novela policiaca sobre la mafia, El día de la lechuza. Otras obras de la misma temática son A cada cual lo suyo (1966). El archivo de Egipto donde describió Sicilia a finales del siglo XVIII. En el último decenio publicó un buen número de novelas breves de gran intensidad: El teatro de la memoria, 1912+1, La bruja y el capitán, Puertas abiertas, El caballero y la muerte y Una historia sencilla.

Destacó particularmente por sus retratos del poder político italiano, reflejando la complejidad de sus implicaciones con el mundo empresarial y su penetración en la cultura y la sociedad italianas. Buen ejemplo de ello fue su obra Todo modo (1974).

Sicilia


Sicilia es el punto de partida de las creaciones de Leonardo Sciascia. Cuando en una entrevista se le preguntó a Leonardo Sciascia quién era, contestó: "uno, ninguno y cien mil", éste es el título de una célebre novela de Pirandello, porque hay mucho que une a Sciascia y Pirandello, a pesar de la diferencia generacional que los separan, y es un modo de ser, la "insularidad", la sicilianidad. Como dice Sciascia, una "insularidad vencida", a diferencia de la insularidad victoriosa de Inglaterra. Sicilia marca profundamente a todos sus escritores y artistas —desde Giovanni Verga y Pirandello, a Tomasi di Lampedusa, Brancati, Sciascia, etc.—, ligados a ella por una relación de amor-odio, de insatisfacción por su realidad histórica, fruto de las diversas estratificaciones culturales que se han alternado y condensado en la isla: culturas como: la griega, la latina, la árabe, la normanda, la española, hasta, incluso, esa unidad italiana hacia la cual han manifestado su rechazo los movimientos separatistas del siglo XIX y de la segunda posguerra mundial del siglo XX.

Durante largo periodo de tiempo se había querido crear la apariencia de una uniformidad italiana inexistente, pero esto habría llevado consigo que los pequeños estados que conformaban a Italia antes de su unidad en el siglo XIX hubieran tenido que desaparecer en la nación, los dialectos en la lengua literaria y, Sicilia es la región que más activamente ha resistido a esa manipulación de la historia y de la libertad, y ha demostrado que vive una vida con carácter nacional propio más que regional, manteniendo una independencia espiritual manifiesta. Sin embargo, el inmovilismo político siciliano, su arcaica y sofocante estructura social, su atraso económico y, la mafia siempre omnipotente, provocan el fenómeno impresionante de la deserción al Norte de sus trabajadores, paralela al abandono de sus intelectuales que se van al "continente". Hay que añadir que Italia recibió y sigue recibiendo de Sicilia y del sur de la península la mayoría de sus intelectuales.

Guerra fría, secuestro y asesinato de Aldo Moro


Considero de interés incluir aquí el enlace sobre el político, presidente de la República Aldo Moro, con cuyo partido Leonardo Sciascia colaboró, a favor de una labor unificadora, integrante de los diferentes partidos en Democracia Cristiana Italiana y el llamado Compromiso Histórico, pero fue impedido por el secuestro y asesinato de Aldo Moro, se insinúa el poder de la mafia y la probable implicación de los servicios de inteligencia internacionales C.I.A. y servicios de inteligencia europeos siendo el ejecutor probado Mario Moretti y Las Brigadas Rojas , años más tarde se especularía sobre la verdadera autoría del asesinato de Aldo Moro. No son pocos los que insinúan que detrás de aquella acción podría haber estado la organización paramilitar conservadora Operación Gladio, fundada en los años 50 con objetivo de impedir el acceso al gobierno italiano del Partido Comunista.





EL DÍA DE LA LECHUZA
Il Giorno della Civetta: terminada en 1960 y publicada por primera vez en 1961 por la editorial Einaudi.
La historia está inspirada en el asesinato de Accursio Miraglia, un sindicalista comunista, que tuvo lugar en Sciacca (Ciudad del sur de Sicilia) en enero de 1947 por la mafia de la Cosa Nostra.

Sciascia ya había comenzado a escribir sobre la mafia en 1957 al revisar el libro de Renato Candida, comandante de los carabinieri en Agrigento, quien se inspiró en el personaje del Capitán Bellodi, el protagonista de la novela. 

Sciascia en la primera edición declaraba la verdad implícita en la ficción de la novela escrita en una libertad no plena, pero significativa hacia una literatura que hasta ese momento había proporcionado una representación apologética de la mafia y de una sociedad que, en los órganos políticos y de información, incluso negaba su existencia. (Se pretendía hacer creer que esta organización era de tipo esotérico, tipo Los Rosacruces).

La novela nos habla de un pueblo de Sicilia, y de un crimen que se comete en la plaza mayor, cuando había cincuenta personas subidas al autobús y todos lo vieron por la ventanilla. Sin embargo, nadie recuerda nada, y el jefe de carabineros, llegado de Parma, trata de romper ese implícito pacto de silencio de los sicilianos echando mano de toda clase de artimañas.

La novela evoluciona hacia la repercusión en las altas esferas y a medida que asciende el asunto, éste va cobrando otra clase de tintes.

Trama
Salvatore Colasberna, presidente de una pequeña empresa de construcción llamada Santa Fara, muere asesinado en la Piazza Garibaldi cuando se va a subir al autobús de Palermo.

Cuando llegan los carabineros, los pasajeros se van alejando poco a poco, a escondidas, el autobús se queda vacío y sólo quedan el conductor y el revisor, que dicen no reconocer al muerto y no recuerdan quiénes eran los pasajeros. El vendedor de tortas, que estaba en el suelo en el momento del crimen, tampoco él sabe nada y, de hecho, dice que ni siquiera oyó el disparo.

Las investigaciones están encomendadas al Capitán Bellodi, comandante de la compañía de C. de Emilia de Parma, ex partisano, destinado a convertirse en abogado, pero que había permanecido de servicio en el Ejército debido a sus altos ideales y desconocedor del clima de silencio que caracteriza a Sicilia y sus habitantes, actuando, por tanto, de un modo legal intentando resolver dos crímenes relacionados con este asunto de Colasberna (actuaciones de la mafia). 

La trama mafiosa implicada en este asunto por cuestiones de competencia entre diversas empresas, cuenta con relaciones importantes con un diputado de Estado italiano, el onorevole, quien consigue que trasladen a Bellodi, por los problemas que está creando al calificar el asesinato de Colasberna de asesinato mafioso, con pruebas y desmontando todo el entramado de la Cosa nostra.

Una galería de personajes representantes de los diferentes estatus y, sobre todo, de la forma tradicional de pensar y actuar conforme a unos cánones de la sociedad siciliana y de la política nacional, repleta de “asuntos” turbios se nos va revelando y Sciascia nos lo relata de forma muy aclaratoria en El día de la lechuza.

Hay varios fragmentos en la historia que llaman poderosamente la atención y están relacionados tanto en el lenguaje como en la forma del pensamiento siciliano: Sciascia hace pronunciar a Don Mariano la frase que contiene la expresión idiomática "quaquaraquà", destinada a hacerse famosa y a conectar en la cultura popular al mundo mafioso y a los conceptos que lo rigen:

Tengo una cierta práctica del mundo; y lo que decimos humanidad, y nos llenamos la boca para decir humanidad, hermosa palabra llena de viento, la divido en cinco categorías: hombres, mitad hombres, homínidos, (con respeto hablando) pigliainculo y quaquaraquà ... Muy pocos hombres; los mitad hombres pocos, porque me contentaría con la humanidad si se detuviera en los mitad hombres ... Pero no, baja aún más, a los hombrecitos: que son como niños que se creen adultos, monos que hacen los mismos movimientos que los adultos ... E incluso más abajo: los pigliainculo, que se están convirtiendo en ejército ... Y finalmente el quaquaraquà: que deberían vivir como patos en charcos, porque su vida no tiene más sentido y no más expresión que la de los patos ... Ella, aunque me clave en estas cartas como un Cristo, eres un hombre ... "
Son las palabras que Don Mariano Arena dirige al Capitán Bellodi cuando lo está deteniendo.

Pero finalmente, todo el expediente llevado a cabo por el capitán Bellodi queda zanjado cuando los poderes fácticos sacan a Arena de la cárcel y hacen creer que el asesinato de Colasberna y el de Nicolosi, ha sido un asunto de celos.

Todo el entramado mafioso local, y en parte, nacional, se encarga de protegerse a sí mismo valiéndose de diversas escaramuzas y medios de comunicación que hacen que el castillo probatorio quede desmantelado gracias a una coartada de hierro construida por personalidades muy importantes, de políticos interesados en proteger a los suyos. Finalmente, Bellodi fue trasladado al norte.

Encontramos fragmentos realmente indignantes, especialmente, en cuanto al trato de las mujeres se refiere.

Con sus pensamientos y con su última declaración, Bellodi cierra la novela:

«[...] se sentía convaleciente: muy sensible, tierno, hambriento. Al diablo con Sicilia, al diablo con todo". Llegó a casa alrededor de la medianoche, atravesando toda la ciudad a pie. Parma estaba hechizada d nieve, silenciosa, desierta. "En Sicilia, las nevadas son raras", pensó, y que quizás el carácter de las civilizaciones venía dado por la nieve o por el sol, según predominasen nieve o el sol. Se sentía un poco confuso. Pero antes de llegar a casa, sabía lúcidamente que amaba Sicilia y que volvería.

"Aunque me deje la piel" -dijo en voz alta.

La Nota de 1972 escrita al final del libro, explica el propósito del trabajo
En 1972 Sciascia adjuntó una Nota al texto, con motivo de la edición einaudiana que ese año se publicó en la serie «Lecturas para la escuela media». El breve apéndice recuerda cómo en 1960, año en que se redactó la obra, el gobierno negó la existencia de la mafia, a pesar de que existían documentos que acreditaban su presencia. "La investigación parlamentaria sobre las condiciones económicas y sociales de Sicilia (1875) y la paralela, realizada por iniciativa propia por dos jóvenes académicos, Leopoldo Franchetti y Sidney Sonnino", los ensayos de Napoleone Colajanni y la acción del prefecto Cesare Mori - quien en los veinte años que no había escatimado métodos drásticos para erradicar el fenómeno, proporcionaron una descripción clara.

El lenguaje en El día de la lechuza
Se trata de una obra de un lenguaje sencillo y comprensible para todos, cuya mayor dificultad podría residir en conseguir identificar y no confundir a la diversidad de personajes de nombres diferentes con apodos parecidos, apodos sicilianos con sufijo en iedu, idu uco etta que se suelen corresponder con hombrecillos que para conseguir algo de influencia se valen de artimañas como “ser confidente”, “tener un amigo diputado” y que, como toda la sociedad siciliana, viven en sus carnes la estructura y el entramado social que el pueblo impone.

A pesar de esa claridad y sencillez y contenido político- social, la obra puede presumir de una profundidad humanidad filosófica y sentido común.

Dialectalismos en la obra de Sciascia
Hay una serie de términos dialectales en la obra de Sciascia, que se corresponden con frases hechas, enunciados de carácter sentencioso, de estructura fija que brota del ingenio y de la sabiduría del pueblo. Pertenecen a la mafia tradicional siciliana, basada en las reglas de honor, familia, en las costumbres y arraigadas a la tierra siciliana. 

La acción mafiosa está repleta elementos culturales muy arraigados en las tradiciones: el honor, la amistad, la exaltación de la violencia como instrumento de ascenso social, la "omertá" y la capacidad de venganza. Éstos son algunos de los valores básicos que guían el comportamiento de un uomo d'onore y constituyen un sistema de normas no escritas que se utilizan para juzgar las acciones de los individuos. Implícito en el lenguaje y explícitamente contado en la historia de la obra y que quedan reflejados en El día de la lechuza.

Relaciono a continuación algunas palabras y frases que nos permiten comprobar hasta qué punto lenguaje y pensamiento están imbricados el uno en el otro, de modo tal que son en sí mismos la descripción de la cultura siciliana (especialmente lo que ellos llaman refranes).

Lupara, milite, coshe, guardianía, continental (Referido a una persona que vive al norte de Sicilia y expresada en la obra en un momento que indica alivio y desprecio al mismo tiempo)

La muerte no es nada comparada con la vergüenza.

Campiña blanca, simiente negra: el hombre que la hace, siempre la piensa.

Cómo se desahogan en esta tierra con cartas anónimas. Todos escriben, se olvidan de firmar, pero escriben. 

Hay gente que nunca duerme.

Tenemos la esperanza que el onorevole le haga comer polenta.

A nivel literario, todavía no existía ningún libro que revelara los mecanismos de la mafia y los modos de acción de la organización criminal. Se había publicado una comedia en dialecto, I mafiusi di la Vicarìa (coescrita por Gaspare Mosca y Giuseppe Rizzotto), mientras que el anglicista Giovanni Alfredo Cesareo había escrito un texto en el idioma titulado Mafia para el teatro. Sin embargo, se trataba de trabajos que analizaban a la mafia considerando solo su impacto en la burguesía, en términos de "una visión de la vida, una regla de comportamiento, una forma de realizar la justicia, de administrarla, fuera de las leyes y organismos estatales".

Por tanto, era urgente trabajar en literatura un texto que antepusiera al Estado a los hechos consumados, una historia que revelara el drama del fenómeno a toda Italia, para que a través de la trama de un libro el problema adquiriera relevancia política y estuviera a la vista de todos. 

El porqué de mi propuesta
Como siempre, es un placer leer a Sciascia, uno de eso escritores sagaces, observadores, perspicaces por naturaleza y por la experiencia recibida de un entorno donde la verdad es una especie de juego de niños al que a veces se juega, pero en el que nunca se cree.

Considero a Leonardo Sciascia un gran escritor del siglo veinte, vinculado, en cierto modo a la historia de Europa y con valor y voluntad suficientes para escribir a favor de la libertad.

También me parecía un libro que podía suscitar el interés de nuestros lectores dada la condición humana, histórica, y sociológica del mismo, todo incluido en un sólo libro de ciento y pico páginas de letra gorda, que ha valido mi más sincera recomendación.

Para mí es siempre un placer leer a los italianos en la propia lengua, me interesan la lengua y cultura italianas, no en vano he realizado proyectos escolares con compañeros de allí mismo, de Bivona, junto a Caltanissetta, Racalmuto, Agrigento y Sciacca (Pienso que esta historia, situada en un pueblo de cuyo nombre no quiere hacerse mención, pues tan sólo aparece con una S, se desarrolla en Sciacca, preciosa ciudad balneario muy recomendable).

…Otro día os contaré los tiroteos que oí a lo lejos, desde Corleone.
Espero que hayáis disfrutado del libro.

LOLA ACOSTA


 











viernes, 13 de noviembre de 2020

Limónov

Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 13 de noviembre de 2020,

por confinamiento debido al COVID-19


Obra: Limónov
Autor: Emmanuel Carrère
Presenta: Carmen Guillén


Con esta obra nos acercamos a la vez a dos escritores contemporáneos, ('un dos por uno'), escritores que llegaron a conocerse y cruzarse en los últimos años: uno francés, más joven y en activo actualmente, el otro, ruso —activista político, vagabundo, militar... además de escritor— que acaba de morir en este 2020 a los 77 años, y que es el personaje protagonista de la obra que nos ocupa: "Limónov", obra que ha sido fructífera para ambos. Para Carrère en forma de premios, ventas y reconocimiento de crítica y público. Para Limónov (Eduard Savienko) porque lo ha dado a conocer más allá de Rusia y de algunos círculos franceses, y, aunque no se reconozca del todo en el personaje que crea Carrère, dio su consentimiento al libro que  este preparaba.
¿Por qué la he propuesto como objeto de lectura para nuestra tertulia mensual?
Porque creo que tiene un doble motivo de interés: por un lado, el acercamiento a alguien singular, poliédrico, héroe/villano, que nos puede producir rechazo desde el punto de vista ético, pero con una vida no convencional, marginal, que lo convierte en perfecto protagonista de novela, y al que la mayoría no conocíamos a pesar de su éxito en Rusia; por otra parte, la inmersión en la URSS y en la Rusia de la 2ª mitad de s.XX y principios del s.XXI que hace Carrère desde su posición privilegiada (familia, conocimiento directo...) resulta el otro punto fuerte de este libro, y lo convierte en una obra muy recomendable, según mi opinión.
Espero que a algunos/as les haya servido para descubrir a Carrère, si es que no lo habían leído antes, y del que puedo recomendar también su obra "El adversario".
Acompaño esta breve presentación con un boletín, con detalles y algunas imágenes.





jueves, 15 de octubre de 2020

Ordesa

 Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 15 de octubre de 2020,

por confinamiento debido al COVID-19


Obra: Ordesa
Autor: Manuel Vilas
Presenta: Araceli Callejo


Cuando propuse la lectura de Ordesa respondía al compromiso, conmigo misma, de terminar de leer el libro que apareció por mi casa el verano de 2018, que compartíamos, a la vez, su lectura entre los miembros de mi familia, y que no se sabe cómo ni cuándo, al final de ese verano, desapareció de casa dejándonos a medias. 

Manuel Vilas Vidal, nació en Barbastro en julio de 1962. Se licenció en Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Fue profesor de secundaria durante unos 20 años. Poeta, ensayista y narrador celebrado en lo que llevamos de siglo, colabora con prensa, como el Heraldo de Aragón y El Mundo, con periódicos el grupo Vocento, así como las secciones literarias de la Vanguardia, El País o el ABC Cultural. Colabora también con otros medios de comunicación como la Cadena Ser. Actualmente vive entre Madrid y Iowa City.

Ha sido galardonado con numerosos premios, sobre todo en poesía: el primero le llega en el 2002 con el Premio Pedro Saputo de las Letras Aragonesas por el libro de cuentos Zeta. Premio Jaime Gil de Biedma (2005) de poesía por el libro de poemas Resurrección, en 2008 recibe el Premio Fray Luis de León de Poesía por el libro de poemas Calor, premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla (2012), primer Premio “Antonio Machado” (2013) de Poesía por el poema Creo, premio de Poesía Generación del 27 (2014). Premio de las Letras Aragonesas (2016). En 2019 es finalista del Premio Planeta con su novela Alegría y el mismo año recibe el premio francés Femina Etranger por Ordesa.

Sus primeras publicaciones poéticas datan de 1982 con El sauce (Instituto "Fernando el Católico"). Sigue publicando y mucha poesía. En 2005 publica y es premiado su poemario Resurrección, al igual que Calor en 2008. En 2015 aparece su poemario El hundimiento. Al mismo tiempo escribe ensayo, relatos y novelas. En cuanto a estas últimas se puede destacar: España (DVD, 2008), Aire nuestro (Alfaguara, 2009), Los inmortales (Alfaguara, 2012) El luminoso regalo (Alfaguara, 2013), Lou Reed era español (Malpaso, 2016), Ordesa (Alfaguara, 2018), Alegría (Planeta, 2019) finalista premio Planeta 2019.
 
Se le está considerando como uno de los grandes poetas españoles de su generación, su estilo integra con naturalidad el discurso realista con las imágenes visionarias. Como narrador ha desarrollado una importante labor crítica de la cultura, y en sus obras abunda la parodia, los mitos del pop y la reflexión sobre el capitalismo. 

La novela que nos ocupa, Ordesa, fue un fenómeno literario en España, con 14 ediciones en menos de un año y más de cien mil ejemplares vendidos. Ha sido libro del año 2018 para medios como El País, La Vanguardia, El Mundo, El Correo, entre otros muchos. Ordesa ha sido editada en varios países, como Estados Unidos, Francia, Alemania, Polonia y Reino Unido. En enero de 2019 aparecieron las traducciones al italiano y al portugués. 

Según ha expresado en diversas ocasiones, la muerte de su madre y el divorcio de su mujer significaron para él la destrucción de sus dos familias, de la que fue hijo y la que fundó como padre, y entonces se dio cuenta de que "un ser humano que vive sin familia es como un perro apaleado". En una entrevista a la agencia Efe explica cómo "El dolor ante la pérdida de mi madre fue como una especie de huracán en mi interior. Me di cuenta de muchas cosas, de algo que yo no sabía, que era el inmenso, enorme y salvaje amor que yo tenía a mi padre y a mi madre. Pero me di cuenta tarde". Esos sentimientos son la piedra angular de Ordesa, que es una especie de biopsia de sus sentimientos pero también de esa España en la que creció: “Creíamos que éramos clase media y un día descubrimos que éramos clase baja, sin más. Cuando ves que tu padre tiene enormes dificultades para llegar a fin de mes, se te mete ese olor a pobre. Una de las grandes decepciones de mi padre fue pensar que él era clase media, y un día se dio cuenta de que era un trabajador, que era de clase baja, España es un país en el que es imposible quitarse "el olor a pobre". Y Vilas dice que todavía no se ha quitado ese olor. La historia de su familia es la historia de miles de familias españolas, y Manuel Vilas atribuye esa alienación de clase a la complejidad del capitalismo, del que dice es imposible mantenerse al margen "Pensamos en un momento determinado de la historia en que la vida familiar y la vida privada eran una frontera para el capitalismo, que el capitalismo no entraba en la relación que tú tienes con tu padre o en la relación que tú tienes con tu mujer, o una mujer con su marido, que hasta allí el capitalismo no entraba. Pero eso es mentira"

Ordesa es una crónica íntima de la España de las últimas décadas, pero también un relato sobre todo aquello que nos recuerda que somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos que nos unían a los demás han desaparecido o los hemos roto. Y sobrevivimos. Es el álbum, el archivo, la memoria sin mentira ni consuelo de una vida, de un tiempo, de una familia, de una clase social condenada al mucho esfuerzo y al fruto escaso. […]. “Había desvaídas cartas de amor antiguo, inocentes y tiernas cartas de juventud, las cartas de la madre de mi hijo y de quien fue mi mujer. Le he dicho a mi hijo que pusiera eso en el cajón de recuerdos. Hemos puesto allí también fotos de mi padre y una cartera de mi madre. Una especie de cementerio de la memoria. No he querido, o no he podido, detener la mirada ante esos objetos. Los he tocado con amor, y con dolor”. Hace falta mucha precisión, una claridad y una contundencia poderosa para contar estas cosas, hace falta un buen bisturí, el punzón que pincha el globo de la vanidad y expone la vida normal de una familia de clase media-baja normal en una España que empieza a ser casi normal. Lo que queda al final es la limpia emoción de la verdad y el desconsuelo de todo lo perdido. 

Ordesa es a la vez crónica de una orfandad o quizá de un desamparo profundo, el del narrador de esta historia y puede que también, el de toda la clase media-baja española en las últimas décadas del siglo XX y primeras del siglo XXI. El desencadenante de la historia narrada es la muerte de la madre, a comienzos de 2014, casi una década después de que lo dejara también su padre a causa de un cáncer de colon. Un segundo luto que viene agravado por el casi simultáneo divorcio del narrador. Un narrador sin nombre de cincuenta y dos años —aunque un tío paterno afincado en Galicia al que no ha visto en los últimos treinta años lo identifique al teléfono en algún pasaje como Manolito—, un escritor, nacido en un pequeño pueblo del norte de España, Barbastro, que se parece mucho al autor de carne y hueso. Es un tributo o póstuma carta de amor a sus padres ausentes: "Me di cuenta de que la única manera de decir ese amor era escribiendo un libro porque ellos dos ya no estaban en el mundo. Esa es la naturaleza del libro: el fundamento del libro es una carta de amor a un padre y una madre que ya se han muerto". Ordesa también trata el tema universal de la relación entre padres e hijos. Y el epílogo del libro está formado por una serie de poemas que dedica a sus hijos, protagonistas de los últimos capítulos de la novela, así como a sus padres: “Un hijo se da cuenta de que quiere a su padre y a su madre tarde. Eso está en la naturaleza" [...] “Uno no se queda huérfano cuando mueren sus padres. Se queda huérfano cuando se convierte en padre de sus padres, cuando empieza a tener que cuidar de sus padres como ellos cuidaron de él, cuando sus padres ya no son el pilar que lo sostiene y le da seguridad en el mundo, sino que le obligan a su vez a convertirse en el pilar y sostén de sus padres. Se convierte uno así en su propio abuelo y ya sabemos que los abuelos casi nunca tienen padres. Tienen hijos y nietos, pero pocas veces padres. La mayor parte de las veces, cuando nuestros padres mueren ya hace mucho que somos huérfanos, tan solo pasamos a ser huérfanos desarraigados” […] "Ojalá mi padre volviera de entre los muertos y pudiera sentarse a mi lado".

Ordesa es un relato híbrido, estructurado en breves capítulos enlazados de manera aparentemente azarosa o falsamente caótica, que indaga con notable intensidad en el desamparo y el desarraigo en todas sus manifestaciones y formas: desde la contundente prosa poética, a la cristalina o diáfana postal del recuerdo o la ácida estampa del presente, sazonada con un sentido del humor implacable, pasando por la aguda reflexión política y social sobre la historia española reciente. Creo que no es una novela en el sentido estricto. Ni siquiera es una novela biográfica, o como se ha calificado una moderna autobiografía. Ordesa, en mi humilde opinión, es un libro de memorias. Me atrevería a decir que es un libro de memorias desordenadas, escritas tal como van llegando. A retazos nos habla de los hijos, de sus tíos, del divorcio, de sus alumnos, de la docencia, de su alcoholismo... de sus padres, siempre de sus padres, omnipresentes, casi diría yo motores del libro, motores de la vida del autor. Rezuma una profunda verdad, que va más allá incluso de las fotografías familiares intercaladas en el texto a la manera de testimonio indudable. Construye una honesta primera persona que no hace concesiones y está dispuesta a narrarlo todo, incluso aquello vergonzoso o humillante que el recuerdo astutamente quiere ocultar. Quizá porque, en el fondo, la materia de Ordesa no sea otra que la vulnerabilidad de lo que somos, el dolor de la pérdida, y la precaria afirmación de lo que nos sostiene en nuestro día a día, que suele ser a menudo la ausencia de aquellos a los que hemos amado.

Ordesa, según afirma el propio Manuel Vilas, fue una terapia, y durante su escritura aprendió a "amarse a sí mismo" porque "en el momento en que te entiendes con tu soledad la vida es mejor, más vivible". Afirma también que la literatura siempre ha sido un auxilio para la gente. Mucha gente ha leído a Shakespeare con una idea de auxilio o ha leído a Cervantes con una idea de encontrar en la literatura modelos de vida que ayuden a entender la vida. La ficción ayuda a entender tu propia vida".

En los tres primeros capítulos nos daremos cuenta que explicita a grandes rasgos el resto de la obra. Pero si nos leemos con detenimiento el primer párrafo: “Ojalá pudiera medirse el dolor humano con números claros y no con palabras inciertas. Ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos sufrido, y que el dolor tuviera materia y medición. Todo hombre acaba un día u otro enfrentándose a la ingravidez de su paso por el mundo. Hay seres humanos que pueden soportarlo, yo nunca lo soportaré”.es una declaración abierta y transparente de su "estar en el mundo", de la contingencia del ser humano y de la ingravidez de nuestro paso por el mundo y si además nos quedamos, huérfanos, nos quedamos sin referentes, se nos cierran las puertas a mucho conocimiento que se llevan con ellos. Tal vez porque no quisieron responder o tal vez porque no supimos o no quisimos preguntar. Manuel Vilas nos cuenta todas las cosas que quedaron ignoradas porque ya nunca podrá preguntarlas. "Mi abuelo, que no sé quién fue, ni qué nombre tuvo, ni cuándo nació ni cuándo murió [...]"Mi abuelo fue un nicho a la deriva. No sé ni dónde está enterrada mi abuela". Eso, de los abuelos paternos. De su abuela materna no sabe ni el nombre. La llama Cecilia porque Santa Cecilia es la patrona de los músicos. A todos sus familiares les dará nombres de músicos: Vivaldi y Brahms, a sus hijos. "He decidido usar esos nombres para llamar a mis hijos. Nombres nobles de la historia de la música. Todos los seres queridos serán bautizados con nombres de grandes compositores". Juan Sebastián Bach y Wagner a su padre y a su madre, respectivamente. Casi todos los personajes terminarán teniendo nombres de músicos ilustres. 

¿Por qué Manuel Vilas decide renombrar a los protagonistas con nombres de músicos, qué paralelismos hay entre Bach y su padre y entre Wagner y su madre. Y sus hijos: un músico barroco y un romántico? Por su parte, él es Arnold Schönberg y su ex-mujer Mozart. Si alguno de Vds. ha logrado encontrar información o explicación les agradecería la compartieran.

Muchas gracias.
Araceli Callejo













jueves, 25 de junio de 2020

Cara de pan

Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 25 de junio de 2020,
por confinamiento debido al COVID-19



Obra: Cara de pan
Autor: Sara Mesa
Presenta: Asunción Cabello



Compañeros y compañeras en el saber:
Cuando oferté Cara de pan no podía imaginar que entregaba una chica de Casi catorce años a Entrelíneas Malacitana, poco antes de que el mundo se sintiera arrasado por un virus coronado llegado de Wuhan, implacable homicida invisible, obsesionado en pegarse a la piel. Aun así, la preadolescente superó el desempate contra El amor en los tiempos del Cólera y el encabezonamiento de: Therese Desqueyroux en negar el español a su relato.
Sara Mesa:
Nació en Madrid, 1976. Siendo niña se trasladó a Sevilla con su familia, ciudad en la que actualmente reside. Licenciada en Ciencias de la Información y Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Fue madre a los 22 años. Comenzó a escribir a los 30. No he encontrado mucho más en internet, solo algunas entrevistas en las que se le escapa algún detalle vivencial relacionado con el libro del que esté hablando. J.A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia, dice «Los lectores nos sentimos atrapados por esta fascinante escritura, que es, a un mismo tiempo, oscura y luminosa»
Obras:
Este jilguero agenda, 2007 (Premio Nacional de Poesía «Fundación Cultural Miguel Hernández»)
La sobriedad del galápago, 2008 (Libro de relatos)
No es fácil ser verde, 2009 (Libro de relatos)
El trepanador de cerebros, 2010 (Novela)
Un incendio invisible, 2011(Novela. Premio Málaga de novela. Edición revisada 2017)
Cuatro por cuatro, 2012 (Novela. Finalista del Premio Herralde de Novela)
Cicatriz, 2015 (Novela. Premio Ojo Crítico de Narrativa)
Mala letra, 2016 (Libro de relatos)
Cara de pan, 2018 (tiene su germen en el relato “A contrapelo”)
Silencio administrativo, 2019 (Ensayo)
Un amor, 2020 (Novela)
Su obra ha sido traducida en EE. UU., Italia, Holanda, Francia, Alemania, Grecia, Portugal, Serbia, Dinamarca y Noruega

CARA DE PAN
Comenzamos la aventura siguiendo a Casi fuera de la legalidad. Nos incomoda esa niña que huye de los trabajos en grupo, odia el mote que Marga, compañera de clase, ha elegido para ella, no perdona que su hermano la cambie por un master en Londres, que sus padres la ignoren. De golpe entra en escena un Viejo de cincuenta y pocos inviernos con conocimientos exhaustivos de todo tipo de pájaros y seducido por una cantante: Nina Simone, y habla con Casi. De qué, de lo que conoce. Quién es este tipo grandote que camina con pies planos, lleva ropa elegante pero sucia en el bajo de los pantalones, los puños de las mangas; cuelga a su espalda una mochila verde tipo militar cargada con prismáticos, móvil, toalla deshilachada, libro de aves. Casi no le pide que se vaya aunque prefiere estar sola, deja que se siente frente a ella, medio oculta en el hueco de un olmo siberiano en un parque de ciudad, y le enseñe lo que sabe. Tres meses así dan para mucha intimidad. La gente puede pensar cosas raras. Qué cosas. Mesa sabe que la sombra de Lolita pulula muy cerca, pero se toma su tiempo en desvelar que aquí no hay ningún Humbert Humbert. Así, cuando parece que la trama se eterniza en un estancamiento rutinario de una amistad que incomoda, inquieta, cansa. Salen los secretos, varios y duros. A Casi no le basta deslumbrar al Viejo reconociendo distintos niveles de clases de pájaros por su canto, ni engatusarlo con que le interesa la historia que cuenta sobre una contralto, compositora y pianista estadounidense de jazz, blues, soul. Casi se aburre y escribe un diario de mentiras. Tiene cara de pan, abundantes granos, sobrepeso, sufre “bullying” escolar. Un narrador omnisciente la desmenuza sin poner igual empeño en el visitante discapacitado mental nacido de un pecado inconfesable entre su madre y abuelo, y, aunque sabe de pájaros y de Nina Simone más que nadie en miles de km. a la redonda, no da confianza al humano de hoy por su actitud sospechosa en tiempos de pederastia.
Pues bien. Nos queda colgado un deseo «Cómo entender las inquietudes de Sara Mesa». Para ello hay que adentrarse en la turbiedad de sus relatos. Dice querer transmitir sensaciones con las palabras, hablar desde el extrañamiento y que su guía es la intuición. Se siente cómoda en narraciones cortas, lugares acotados, escasos personajes… Ahí está ella.
Estimada familia lectora.
Quizá os preguntéis por qué elegí Cara de pan entre mis recientes lecturas. Sentí interesante el punto de vista de un tema hiriente muy actual, pisando despacio la ambigüedad, el desasosiego. "Es como si un elástico estuviera dentro del cuento, tensado todo el tiempo", aventura Mesa en una entrevista.
Y, aunque Mesa no es Nabokov ni 2018 es 1955, nos dejamos envolver en su inquietante propuesta hasta el final.
Hoy, sin dejar de leer nuevas historias que nos regalen otros mundos en espacios desiguales, pidamos encontrar un nuevo Edward Jenner, 1796 (inventor de la primera vacuna de la historia [contra la viruela]) imprescindible para recuperar la serenidad perdida frente al asesino del siglo.
Cuidémonos con tres medicamentos imprescindibles: distancia, mascarilla y desinfección de manos.
Un beso
Asunción

jueves, 28 de mayo de 2020

El amor en los tiempos del cólera


Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 30 de mayo de 2020,
por confinamiento debido al COVID-19



Obra: El amor en los tiempos del cólera
Autor: Gabriel García Márquez
Presenta: José Luis Ramírez



EL AUTOR
Gabriel García Márquez, el autor de El amor en los tiempos del cólera, escritor colombiano que nació en 1927 , recibió en 1982 el Premio Nobel de Literatura.
Sus obras más famosas son: Cien años de soledad (tal vez su obra más celebre), El coronel no tiene quién le escriba, Crónica de una muerte anunciada, El general en el laberinto, El amor en tiempos de cólera, entre otras.
Relacionado con la corriente del realismo mágico que tiende a mostrar lo irreal y fantástico como algo cotidiano y normal.
La política tuvo siempre una notable influencia en su vida y en su obra. Fue siempre un defensor del socialismo, amigo de Fidel Castro.
García Márquez fue también periodista y tuvo un especial interés por el cine, participando como guionista en diferentes películas.
Falleció en 2014 en Méjico
La novela El amor en los tiempos del cólera, está inspirada en la vida de sus padres.

INTRODUCCIÓN
La estructura narrativa de la novela es fragmentada. A través de distintos episodios de la vida de los protagonistas, narrados de forma no cronológica, con saltos en el tiempo (algo propio del realismo mágico), se nos van describiendo los distintos ambientes y personajes que acompañan a lo largo de su vida a Florentino Ariza, Fermina Daza, y Juvenal Urbino
Todo ello con la prosa elegante, lírica y barroca que caracteriza la obra de García Márquez, que nos permite conocer de forma precisa y certera, el carácter y los sentimientos de los personajes principales y también de aquellos otros más secundarios, que los acompañan a lo largo de su vida y que tienen también un notable interés (la tía Escolástica, el tío león XII, Lorenzo Daza, Tránsito Ariza, Leona Cassiani etc.)
Es una novela en la que se ahonda en la psicología de los personajes, al mismo tiempo que se detalla de forma precisa, los diferentes ambientes en que se mueven esos personajes a lo largo del tiempo.
La forma literaria con que narra García Márquez es bellísima, su lenguaje es lírico, profundo. Un libro para leer despacio.
Son varias las constantes temáticas de la obra de García Márquez, presentes en esta obra:
El autor explora en la obra, la soledad del ser humano, la soledad del amor, la agonía del amor no correspondido.
Sutil crítica de las convenciones y prejuicios de una sociedad para la que “los viejos no pueden amar” “las jóvenes deben llegar vírgenes al matrimonio” “la mujer debe ser una sirviente con privilegios”.
La muerte como un hecho inevitable, que debemos afrontar.
El tema de la guerra, siempre absurda, también está presente aunque con menos influencia que en otras obras.
Pese a todo lo dicho anteriormente, para mi, el tema principal de la novela, son los distintos tipos de “amor” que suelen acompañar a los seres humanos a lo largo de su vida.

LOS PERSONAJES Y EL AMOR
Leí esta novela hace años y al volver a leerla, ha cambiado mi visión de bastantes cosas, sin duda el paso del tiempo nos cambia.

FLORENTINO ARIZA
En mi primera lectura, el personaje de Florentino Ariza, me pareció entrañable, el máximo del romanticismo que no se rinde nunca, hasta conseguir su amor “ideal”.
Ahora me parece un personaje patético, con una obsesión enfermiza por un amor de juventud que nunca fue un amor “real”, obsesión que mantiene a lo largo de 60 años de espera.
Florentino Ariza necesita amar y ser amado pero solo busca y consigue, amores “carnales”, físicos, temporales , ocultos, supeditados a la consecución  futura de su gran amor de juventud. Es incapaz de entregarse completamente con nadie, busca sucedáneos que nunca le llenan completamente
Por otro lado me resulta difícil de creer, en su enorme éxito con tantas mujeres y que encima no se conocieran esas relaciones y fuera considerado por muchos como homosexual.
Los amores de su vida son amores “carnales”, pero su vida gira siempre alrededor de su amor “platónico e idealizado” por Fermina Daza. , un amor que no es real, hasta que al final del relato, donde  si se convierte en un amor verdadero, un amor de “ madurez”.

FERMINA DAZA
Tras esta segunda lectura, para mi Fermina Daza en su juventud es una chica caprichosa, impulsiva, totalmente inmadura. Su amor de adolescencia con Florentino, no es un amor real. Está vivido a través de cartas y deseos no cumplidos, es un amor prohibido y como tal fuertemente deseado. Cuando se encuentra cara a cara con él, tras la separación y pasa a ser algo real, deja de amarlo.
Aunque aparente ser una joven rebelde, en realidad no lo es. Se casa sin amor, en otro arrebato irreflexivo y acepta su vida cómoda y burguesa, que no la colma pero le da estabilidad, supeditada siempre a las costumbres y reglas de la clase alta del mísero rincón en donde viven.
Entre Fermina y el doctor Urbino, surge otro tipo de amor, que llamaría amor “estable”, que necesita tiempo para consolidarse. El contacto continuado con el otro crea vínculos y sentimientos comunes, se acostumbran a estar juntosy acaban necesitándose el uno al otro. Con el paso de los años, no es un amor pasional, pero tampoco es un amor falso. Los esposos se quieren aunque su relación no llene totalmente sus vidas.

EL AMOR FINAL
Es interesante analizar el amor “final” entre Fermina Daza y Florentino Ariza.
Ella se enamora de un hombre diferente, que para ella no tiene nada que ver con el “joven enamorado” de su adolescencia. Florentino sigue amando siempre a la misma mujer, ahora envejecida, pero para él sigue siendo la misma mujer a la que ha amado durante 60 años.
Fermina rechaza los recuerdos de él ,del pasado noviazgo; le importa el presente, vivir en el amor “real” el tiempo que les queda de vida, sin convencionalismos sociales, sin limitaciones. Un amor más afectivo que físico.
Esta parte final del libro, me sigue pareciendo especialmente bella, no porque el tenaz Florentino consiga a su amor al final de su vida, sino porque plantea que el amor no tiene edad y ese amor de “vejez” puede ser el amor más maduro y verdadero de todos.
El río como metáfora del amor, por donde circula ese viaje sin final, “para toda la vida” es un bello y optimista colofón a esta novela de amores contrariados

LA FORMA LITERARIA
Tal vez lo que más me gusta del libro, es la forma con que García Márquez desgrana la historia. Poseedor de un lenguaje lírico, preciso,que refleja como nadie los sentimientos internos , sinceros y secretos de sus personajes, a los que comprendemos y conocemos con unas pocas líneas. El autor nos describe el alma de sus personajes
García Márquez también describe los ambientes con una prosa hermosa que nos permite imaginar sentir, casi oler,los lugares por donde se mueven los personajes. Las palabras se convierten en imágenes.
Es un libro que precisa de una lectura lenta, para ir sintiendo las palabras que se deslizan en las distintas líneas e irnos sumergiendo e imaginando, el mundo que nos describe

DESCRIPCIÓN DE AMBIENTES
Son distintos los ambientes que describe magistralmente García Márquez a lo largo de su extensa novela, esencialmente esa ciudad del Caribe, decadente, venida a menos, asolada periódicamente por el cólera y las guerras, con sus barrios altos de gente acomodada, de costumbres inmutables y conservadoras que contrastan con sus barrios pobres, llenos de miseria, podredumbre y agitación
Una ciudad que cambia muy poco en el aspecto social, a lo largo de los muchos años en que transcurre la novela. Una ciudad encerrada en si misma.
Personajes como el doctor Urbino, que ha estudiado en Europa, se esforzará en modernizar la ciudad sanitaria y culturalmente. Su afán benefactor, le reportará prestigio social y conllevará un moderado progreso.
El contexto histórico-social está perfectamente descrito
El autor describe con pluma atinada, el ambiente en que se movía la sociedad más adinerada de la ciudad, el ambiente de esa época: la apariencia social de estabilidad y riqueza como primera norma, la omnipresente figura del marido patriarcal, la dedicación de los criados, las rígidas normas sociales, la futilidad de los actos humanos y desde luego la necesidad de sexo y amor entre mujeres y hombres, ricos y pobres.
También se nos describen otros ambientes, como el viaje de Fermina y su padre fuera de la ciudad, a las casas de sus familiares, que para Fermina en su juventud es un mundo vivaz y alegre pero que no reconocerá cuando vuelva ya mayor.
El ambiente que rodea al cauce del río, es donde el paso de los años refleja una mayor destrucción y cambio del medio ambiente

LA PASIÓN
Un aspecto llamativo de los personajes que pueblan la novela, es una sexualidad a flor de piel, pasiones ocultas que se liberan a la menor ocasión
No podemos decir que sean personajes felices, los que pueblan la novela, más bien suelen sufrir el destino de amores prohibidos, pero suelen resignarse a su suerte
Llama la atención el prototipo de las viudas de esta novela, que una vez libres de su amado esposo, se entregan de forma desatada a las pasiones del cuerpo en un acto de libre albedrío

PUNTO FINAL
Si me tuviera que quedar con algo del libro, lo seguiría haciendo con su final (como en mi primera lectura), me parece especialmente bello, Roza la fantasía o lo mágico, ese barco que circula sin rumbo indefinidamente y donde los 2 personajes viven solo para amarse tranquila y tiernamente, de forma plácida, alejados del resto del mundo, siendo tan solo y por una vez, ellos mismos, unidos por el amor, hasta el fin de sus días.

jueves, 30 de abril de 2020

Los amores difíciles

Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 30 de abril de 2020,
por confinamiento debido al COVID-19


Obra: Los amores difíciles de Italo Calvino
Autor: Italo Calvino
Presenta: Lola Acosta


Nota:
Para facilitar la lectura del extenso texto de Lola (14 páginas), se ofrece en pdf, disponible en el enlace siguiente, de este modo se puede descargar y leer sin necesidad de conexión. 


Lola Acosta presenta Los amores difíciles de Italo Calvino


La incorporación de comentarios se puede hacer del mismo modo que en las sesiones anteriores.

viernes, 27 de marzo de 2020

La cripta de los capuchinos. Joseph Roth


Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 27 de marzo de 2020,
por confinamiento debido al COVID-19



Obra: La cripta de los capuchinos
Autor: Joseph Roth
Presenta: Araceli Callejo


Introducción:

Mis aficiones e intereses relacionados con la historia y con la antropología social y cultural justificarían el porqué de la propuesta de lectura de esta obra de Joseph Roth, que ni es la que se ha considerado como obra maestra del autor ni la más representativa de la época más convulsa que ha vivido la historia reciente de lo que se ha venido a denominar “cultura occidental”, es decir, la historia de Europa y sus alrededores. 

En los últimos años del siglo XIX y los primeros 50 años del pasado siglo XX acaecieron, en no más de 70 años, la quiebra de los tradicionales sistemas de producción (revolución industrial), la quiebra de los tradicionales sistemas y equilibrios económicos (fluctuaciones vertiginosas de precios, quiebras bancarias,  y la gran crisis del 29), la quiebra de los sistemas políticos asentados en las monarquías de origen y tradición divina soportadas sobre una población mayoritariamente cristiana que ve en sus reyes y emperadores la encarnación de Dios en la tierra (disolución del gran imperio austro-húngaro y la revolución rusa de 1917), la quiebra de las fronteras tradicionales (aparición de los nuevos estados) que provocó la incertidumbre de “pertenencia a” de millones que de ciudadanos que no saben si son serbios o bosnios, rutenos o polacos, alemanes o austriacos, silesios o húngaros, checos o bohemios, no saben cual es su nacionalidad con independencia del pueblo al que pertenezcan o la religión que profesen. Un día salen de su ciudad y se mueven sin pasaporte por las distintas regiones y distintos pueblos y cuando quieren regresar se les exige una documentación que no saben donde pedir y quien se la va a dar.

Esta pequeña obra describe, situando la acción en la Austria, y más en concreto en Viena, a la sazón centro del desarrollo de todos los campos de la ciencia, la cultura y el arte, cómo un imperio pasó de ser la potencia más grade de Europa a convertirse en una docena de débiles estados independientes y Viena la capital de una república sin ningún peso específico en el contexto internacional. 

1) Joseph Roth.

Nació en septiembre de 1894 en Brody en la actual Ucrania y murió en París en mayo de 1939 víctima de su adicción al alcohol. Su verdadero nombre era Moses Joseph Roth. 

Su lugar de nacimiento, en la Galicia austrohúngara, a escasos kilómetros de la frontera con Rusia, es el escenario que se repite en varios de sus relatos y en el que dos tercios de la población era judía. Este aspecto de su origen lo ocultó a su llegada a Viena haciendo desaparecer el Moses de su identificación usando desde entonces su segundo nombre con la idea de que parecía menos judío. Además decía (hasta en sus papeles de identidad) que nació en la ciudad de impronunciable Schwabendorf, aunque Brody fuera en ese momento el centro de la Ilustración judía, pero es que Schwabendorf, sonaba más alemán y en la que predominaban los alemanes. 

Su padre padeció una grave enfermedad de carácter nervioso y Joseph, entonces todavía Moses, fue educado por su madre en la casa de sus abuelos, "prósperos judíos asimilados". (Esta fue la gran culpa de aquellos judíos que se asimilaban en Austria y Alemania: ellos se consideraban alemanes a sí mismos pero cuando llegó Hitler los exterminó igualmente como si fueran una raza extraña, convertidos, circuncidados o no, hablaran hebreo o yidish o cualquiera de las múltiples lenguas del Imperio.

Roth estudió en un Gymnasium donde las clases se impartían todas en alemán y en el que  la mitad de sus alumnos eran judíos: para los jóvenes estudiantes del Este, una educación alemana les abría las puertas del comercio y la cultura dominante. Roth siempre escribió en alemán pero al final de su éxodo en París intentó escribir en francés. Estudió literatura y filosofía en las universidades de Lemberg (actual Lviv, Ucrania) y en 1914 ingresó en la universidad de Viena, ciudad que entonces tenía la más grande comunidad judía de Europa central: unas 200,000 almas que vivían en lo que podía considerarse un gueto voluntario, escribe Coetzee. Mientras que Roth escribió: Es ya bastante duro ser un Ostjude, un judío del Este, pero no hay destino más duro que ser considerado un Ostjude fuera de la sociedad vienesa. Los Ostjuden tenían que enfrentarse no sólo al antisemitismo sino también a la altanería de los judíos occidentales.

Trabajó parte del tiempo como tutor de los hijos de una condesa puesto que la carrera académica a que aspiraba nunca tuvo lugar por el inicio de la guerra. Pacifista, sin embargo se alistó en 1916 que fue el año en que tiró su Moisés por la borda de su vida asimilada. "Las tensiones étnicas", dice Coetzee, "eran bastantes en el ejército imperial para que lo transfirieran a una unidad en que no se hablara alemán", para parar en Galitzia en un ejército en que ¡sólo se hablaba polaco!. De estas contrariedades estuvo llena la vida del ahora llamado Joseph Roth. Pero después de la guerra se inventó unas historias fantásticas en las que él había sido oficial y confinado como preso de guerra en un campo de prisioneros en Rusia. "Todavía años más tarde salpicaba su vocabulario con el dialecto particular de los oficiales del ejército austrohúngaro”.

Después de la guerra Roth empezó a escribir para la prensa. Fue entonces cuando emigró a Berlín, ya que Viena convertida en un torso sin cabeza había perdido su poder. Ahora el imperialista Roth se hizo de izquierdas y firmaba sus artículos como Der rote Joseph ¡Roth el rojo! En 1922 se casó con Friederike Reichlern, una mujer esquizofrénica a la que tuvo que internar en un manicomio en 1929 y de donde la sacaron los médicos nazis por el habitual expediente de la eutanasia, para su exterminio en 1940. En una carta a Stefan Zweig resume la atmósfera de esos días: Desde los diecisiete años de edad no tengo casa ni cuarto propios, a lo mucho pasé dos meses como huésped con amigos. Todo lo que poseo son tres maletas. Sin embargo, acepté la responsabilidad de una mujer joven, que se encuentra gravemente enferma: psicosis, histeria, una voluntad asesina, querido Zweig, apenas vive… Y rodeado de oscuros demonios, no tengo cabeza, ni fuerza para mover un dedo. Impotente, paralizado, sin perspectivas de curación… 

Así vivió Roth el resto de su vida, escribiendo en cafés, con las maletas listas para salir, y de hotel en hotel. En su obra Fuga sin fin  (1927) hace una parodia del reportaje periodístico y de la forma de vivir de los periodistas.

Al año siguiente de su matrimonio publica la primera de sus novelas-periódico. Una de ellas, La Telaraña (1923), tenía como tema premonitorio la amenaza espiritual y moral de la derecha fascista. Apareció tres días antes de lo que se conoce como el "putsch de la cervecería", el fracasado intento de Hitler de tomar el poder por primera vez.

A principios de 1923, el director del periódico Frankfurte Zeitung contrató a Roth como colaborador de planta. El diario era, sin duda, uno de los mejores de Europa. Su política editorial comenzaba a ganar en crítica y frescura. Lo principales editorialistas fueron Ernst Bloch, Walter Benjamin, Sigfried Kracauer, Max Picard, Ilja Ehrenburg y Ana Seghers. Los articulistas publicaban entonces sus notas como si aparecer en esas páginas fuera recibir una condecoración. Retirado de Austria, Roth sólo pensaba en luchar por sus crónicas, tratando de salir a flote, de no dejarse hundir de escribir al fin una novela. Y en esos dos años publicó tres de sus novelas La telaraña (1923), La rebelión y Hotel Savoy en 1924. En 1925 Roth fue nombrado corresponsal en París del diario Frankfurter Zeitung y se convirtió "en el periodista mejor pagado de Alemania" Inmediatamente se hizo más francés que los franceses, pero la felicidad de París no duró más que un año y, despedido y despechado, se fue a Rusia, aunque ya escribía de las "dudosas consecuencias de la revolución rusa". Sus reportajes rusos fueron un éxito enorme, aunque continuaba escribiendo ficción para tomar distancia de un mero periodista. Yo no escribo, escribió, lo que se llaman comentarios ingeniosos. Yo dibujo las facciones (irregulares) de la época... Soy un periodista, no un reportero, soy un escritor, no un fabricante de editoriales. 

Famosa se hizo su crónica en el Frankfurte Zeitung, La situación de los judíos en la Rusia soviética, que más tarde incluyó en Judíos errantes: La Rusia soviética es, hoy, el único país donde el antisemitismo está mal visto, aunque tampoco por esto haya terminado. Los judíos son ciudadanos absolutamente libres, aunque tampoco su libertad signifique la solución de la cuestión judía. […] habrá pasado el tiempo del sionismo, el tiempo del antisemitismo… y acaso también el del judaísmo… Todo el mundo debe contemplar respetuosamente cómo un pueblo se libera del oprobio de sufrir, y otro pueblo del oprobio de maltratar. Todo el mundo debe contemplar cómo el golpeado se libera de la tortura y, el que golpea, de la maldición de torturar. He aquí la gran obra de la Revolución soviética.

Pero el primer gran éxito no le vino a Roth como corresponsal, ni siquiera como editorialista: se lo debió, cosa curiosa, al cine. En 1930 publicó otra novela, Job: la historia de un simple, que tiene uno de esos finales felices que tanto gustan en Hollywood. Dos años más tarde publica la que se ha venido a convenir como su obra maestra absoluta, La marcha Radetzky. Y así hasta unos cuarenta relatos como La Leyenda del Santo Bebedor publicada después de su muerte, amén de crónicas como Primavera de café, o Un libro de lecturas vienesas, Años de hotel o la correspondencia mantenida con amigos y coetáneos como Stephan Zweig o Robert Musil.
En 1933 abandonó también Austria tras percatarse de que los nazis austriacos más pronto que tarde se harían con el poder, exiliándose alternativamente a varias ciudades europeas hasta recalar en París. En Francia se exacerbó su problema con el alcohol, muriendo finalmente en 1939, tan sólo unos meses antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. El mismo Roth vaticinaba que: Es sabido que la prensa alemana ya no se dedica a publicar lo que ocurre, sino a ocultarlo y que: (Alemania) es el séptimo círculo del infierno cuya filial en la tierra se conoce con el nombre de Tercer Reich

2)  Contexto.

El contexto de La Cripta de los Capuchinos es la Europa del Imperio Austrohúngaro de principios del siglo XX hasta poco antes de la II Guerra Mundial. Es decir 25 años en la vida de su protagonista.

Es la Europa que, como dice el narrador cuando presenta a la estirpe de los Trotta, procede de Sipolje, en Eslovenia, […] Sipolje ya no existe, […] éste es el signo de los tiempos. Los hombres no saben estar solos, por eso forman agrupaciones absurdas. Los campesinos quieren a toda costa ir a las ciudades, e incluso las mismas aldeas quieren convertirse en ciudades […] mi padre me llevó una vez, un diecisiete de agosto, víspera del día en ele que en todos los lugares de la monarquía, incluso en los más insignificantes, se celebraba el cumpleaños del emperador Francisco José Primero.... Así va presentando a una familia al que el Emperador ennoblece por un acto de valentía de un teniente al que más tarde se llamó “el héroe de Solferino” y, como en todas las familias hay todo tipo de tendencias y discrepancias: los Trotta nobles eran devotos y sumisos servidores de Francisco José, pero mi padre era un rebelde. Un patriota y un rebelde, especie que solamente se daba en la antigua Austria-Hungría. Él entendía el sentido de la monarquía demasiado bien, por eso quería reformarla y salvar así a los Habsburgo, y por eso también se volvió sospechoso y tuvo que huir. […] mi padre soñaba con un imperio eslavo bajo el imperio de los Habsburgo. Soñaba con una monarquía austríacos, húngaros y eslavos… 

Otro de los escenarios donde se desarrolla la trama es la decadente Viena previa a la I Guerra Mundial y, pasada ésta, en la ciudad derrotada donde sus ciudadanos sobrevivían con la añoranza de sus grandezas y la realidad de su miseria, eso sí, con la altanería de quien fue la capital del gran Imperio. Roth la describe […], la mimada y celebrada ciudad, capital y sede del gobierno que, semejante a una araña brillante y tentadora, se asentaba en medio de una poderosa red de un amarillo negruzco, recibiendo ininterrumpidamente la fuerza, la savia y el brillo de los países de alrededor; de los impuestos que pagaban, viviendo miserablemente, mi pobre primo, el castañero Joseph Branco de Sipolje, y el cochero Manes Reisiger de Zlotogrod […] La multicolor alegría de la capital y sede del gobierno del imperio se alimentaba – mi padre lo decía frecuentemente – del trágico amor a Austria de los países de la corona […] todos estos son los generosos proveedores de Austria, y cuanto más pobres más generosos. 

Nuestro protagonista, en distintos momentos del relato, retrata esa vida arrojada a la indolencia y al vivir de unas rentas que llegan a Viena a manos llenas desde los distintos y sacrificados pueblos del imperio que pagan sus impuestos para mantener a unos burócratas lentos, pesados, paralizantes e ineficaces, viviendo a la sombra de una familia imperial cuya cabeza estuvo en el poder desde 1948 hasta su muerte en 1916.

En el capítulo II Roth con un insignificante acontecimiento, relata cómo vivía un joven burgués ennoblecido de medio pelo en Viena. La llegada de un primo procedente de Sipolje, apenas dos horas después de que él se fuera a dormir después de vivir y beber las noches vienesas, le hace descubrir un mundo desconocido hasta ese momento como el de los sirvientes de la familia e incluso la casa en la que vivía: Nuestra muchacha, a la que nunca había visto en horas tan tempranas,  me pareció extraña con su delantal azul […] Por primera vez desde hacía muchos años vi la mañana en mi casa y me di cuenta que era bonita. […] La muchacha me gustó, las ventanas abiertas me gustaron, me gustó el sol, me gustó el canto del mirlo, dorado como el sol matinal. 

En el capítulo IV dice: En parte para guardar las formas, y en parte también para tranquilizar a mi madre, me había matriculado en Derecho, pero en realidad no estudiaba. Y sigue: Yo vivía en el ambiente alegre y desenfadado de loso jóvenes aristócratas, ambiente que, junto al de los artistas del antiguo imperio, era el que más me gustaba. Compartía con ellos la frivolidad escéptica, la melancólica petulancia, una negligencia enfermiza y un ascetismo altivo, todo lo cual era característica de una decadencia que todavía no vislumbrábamos.

Pero esa Viena se transforma con la guerra y después con la derrota del Imperio Austrohúngaro. A la Viena post-contienda ya no se le escucha y ya no decide. Tampoco recibe los impuestos de sus pueblos como les gustaba decir a los Habsburgo, sino que se han ido fraccionando y segmentando en una docena de estados independientes que por sí solos tampoco tienen ninguna capacidad de influencia. Los soldados y funcionarios austriacos repartidos por todo el imperio vuelven a Viena y no hay viviendas para todos, los aristócratas, arruinados por la guerra, reconvierten sus palacios en pensiones donde alojan a los otros nobles y burgueses caídos en desgracia y que la miseria se ha cebado con ellos. Aparecen nuevos personajes buscavidas, tan familiares en épocas de crisis, que se aprovechan de la desgracia ajena. Y aparecen nuevas filosofías, nuevas tendencias artísticas, arquitectónicas, musicales, es decir, un nuevo mundo tan ajeno y sorprendente que deja a la población a la intemperie y con la amenaza de un nuevo monstruo que está naciendo en su vecina Alemania; ya nada es igual. 

En contraposición a la Viena imperial, hace repaso a los territorios alejados del centro del Imperio: desde Sipolje hasta Zlotogrod, recorridas y vertebradas por el ferrocarril donde las estaciones: Todas las estaciones de la antigua monarquía austro-húngara se parecen; pequeñas estaciones en pequeños lugares de provincia, amarillas y diminutas como lánguidos gatos que en invierno yacen en la nieve y en verano al sol, igualmente protegidas por los tradicionales tejados de cristal de los andenes y vigiladas por las águilas bicéfalas sobre fondo amarillo. En todas partes el mismo factor con su gran tripa […] en la estación Zlotogrod, como en la de Sipolje, el factor saludaba tanto a los que llegaban como a los que se iban, y su saludo era una especie de bendición militar […] y en Zlotogrod había el mismo tipo de <sala de espera de primera y segunda clase>, la misma cantina […] la misma cajera rubia y pechugona […] dos grandes palmeras que parecían de cartón y que estaban allí desde los tiempos de nuestros antepasados. Describe cómo viven los campesinos, comerciantes y su relación con la administración y los ejércitos imperiales destacados en las fronteras. También como se reproduce a mucho menor escala las relaciones entre el pueblo y el poder: el cochero judío-polaco tiene buenos y baratos caballos porque es el cochero favorito del capitán del distrito, barón Garppik, y del coronel del noveno de Dragones, Földes. El café de Zlotogrod es la reproducción del café vienés Wimmerl, donde se reúne con sus amigos y el mismo ambiente están en ciudades como Agram, Olmütz, Brünn, Ödenburg, etc. Había pasado una semana, y yo me encontraba ya en Zlotogrod tan en casa como en Sipolje, Müglitz, Brünn, o en nuestro café Wimmerl en Josefstadt. 

Se repetía, también en la periferia, esa indolencia ociosa y decadente, previa a la guerra, en la que se espera la muerte de Kakania (imperial y real, kaiserlich und königlich), como la llamaría Musil, a la vez que la del viejo emperador: Por las noches procuraba cenar con los oficiales del noveno de dragones; mejor dicho, lo que procuraba era beber. Sobre las copas que apurábamos alegres, cruzaba ya la muerte invisible sus huesudas manos, pero nosotros no la vislumbrábamos aún. Pero eran los pueblos a los que el anciano emperador Francisco José llama a la guerra. Así empezaba el manifiesto “A todos mis pueblos”.

El otro escenario por donde discurre Francisco Fernando Trotta es la Gran Guerra. Analiza la diferencia de actitud de los soldados del noveno de Dragones y la de sus nuevos amigos (Joseph Branco, su primo esloveno, y el cochero judío-polaco, Manes Reisiger). Y en lugar de alistarse en su regimiento, el veintiuno de Cazadores, con sus amigos vieneses, a los que consideraba […], todos aquellos me parecían superficiales, frívolos, faltos de compañerismo e indignos de la muerte hacia la que se encaminaban prefiriendo irse con sus nuevos amigos a un batallón galitziano de la frontera con Rusia porque: […] pero yo quería morir con […] y no con bailarines de vals. 

Se alista voluntario: Desde que había leído el manifiesto del Emperador sólo tenía dos pensamientos: la muerte e Isabel y antes de incorporarse al destino se casa de urgencia con Isabel, su amor de juventud: Nuestro primer pensamiento no era el de la muerte, sino el del honor y el peligro […] hacíamos testamento por arrogancia y por arrogancia nos casábamos a toda prisa, […] El matrimonio nos hacía parecer más nobles de lo que ya éramos simplemente por ofrecer nuestra sangre, hacía que la muerte, a la que realmente temíamos, pero que en cualquier caso preferíamos a una atadura de por vida, nos pareciese menos fea y terrible. 

Pero también, Como era natural fui a ver a mi madre, y noté que no había esperado volver a verme, pero hizo como si me hubiese estado esperando. Éste es uno de los misterios de las madres: no renuncian jamás a volver a ver a sus hijos, ni a los que creen muertos ni a los que verdaderamente lo están; y si fuese posible que un niño muerto resucitase delante de su madre, ella lo cogería en sus brazos con toda naturalidad como si el niño no volviese del más allá, sino de algún lugar lejano de este mundo. Este capítulo bélico termina de una forma nada gloriosa, con los tres amigos cogidos prisioneros por los rusos. Internados en Siberia, Branco y Reisiger adelantan el retorno a la patria huyendo de sus captores mientras que Trotta sólo volverá a Viena en 1918, hallando todo trastocado y sumido en una gran crisis, incluso su relación con la frustrada esposa.

El último escenario es la Austria después de la Gran Guerra y sobre todo Viena. La guerra, que implica la pérdida de nombre, posición, rango, dinero, casa, valores, pasado, presente y futuro, marca el devenir de los acontecimientos. La capital de un imperio derrotado y fragmentado, convertida en la capital de una pequeña república y asolada por el hambre y la miseria. Una Austria y una Viena que habían perdido su esplendor en menos de cuatro años, con una población cuya identidad se ha perdido, perdidos sus referentes culturales, con profundos cambios debido, en gran medida, a sus intelectuales, sus músicos, sus artistas: nada era igual a lo que había permanecido estable a lo largo de los siglos. Una contraposición exacerbada entre lo viejo y lo nuevo difícil de asimilar: no es de extrañar que la tasa de suicidios en la Austria de entreguerras fuera de las más altas de su historia.

3) Personajes.  

El mundo desaparecido, el Imperio Austrohúngaro, Joseph Roth lo convierte en protagonista de la mano del narrador, Francisco Fernando Trotta, sometiéndole a una retrospectiva que va desde 1913 hasta 1938: No soy un hijo de mi tiempo, es verdad, incluso diría que me resulta difícil no erigirme en su enemigo, y no es que no lo entienda, como he afirmado a menudo, esto es una excusa piadosa. Por pura comodidad no quiero volverme hostil o agresivo, y por lo tanto digo que no lo entiendo, cuando debería decir que lo odio o que lo desprecio.

El narrador, un Trotta, personaje emparentado con los Trotta de la otra gran novela de Roth, La Marcha Radetzky, es a la vez el protagonista, situándose en todos los escenarios, diseccionándoles con una llamativa mezcla de ironía y liviandad, desparpajo y amargura, esto es cierto en los pasajes relativos al trato del protagonista con su primo Branco y el cochero Reisiger. La melancolía y una lánguida decadencia, se vuelven más pronunciadas según progresa la narración. Mustios, desnortados, a los personajes -en particular los de rango social elevado- no les resta sino una desmayada resignación y el renunciar a la vida, cuando no la huida a través de lo que eventualmente pasa por extravío (tal el caso de Isabel, la esposa de Trotta). Convencido de pertenecer a una generación marcada por el final de una época, sobreviviendo a una catástrofe que ha dado al traste con los sueños de una convivencia multiétnica, son gentes que como él su infortunio mayor es que la muerte no se haya apiadado de ellos, llevándoselos consigo: Nosotros […] habíamos vuelto a casa, desesperados, estériles, tullidos. Una generación elegida por la muerte, y por ella repudiada. El veredicto del tribunal que dictaba la aptitud para el servicio militar, decía de forma irrevocable: “Incapaz para la muerte” 

Vuelve al pasado y al presente cuando a sus nuevos amigos se les encuentra de nuevo en Viena. Y sigue hablando tanto en presente como en pasado, podría ser una autobiografía, con sus reflexiones sobre sí mismo y sobre lo que le rodea, incluso con esa actitud, a veces benevolente, a veces ácida e irónica con  que se abordan los hechos y situaciones del pasado. 

Los nuevos amigos, su primo eslavo, Branco y el cochero galitziano, Reisiger, son dos personajes que representan a los distintos pueblos del Imperio, sencillos, humildes, abnegados, le descubren cómo se vive en la frontera, en el extrarradio, fuera de la Viena imperial y al mismo tiempo son objeto de observación, llamémosle, folklórica: sus costumbres (no toman café para desayunar, sino sopa de patatas) sus atuendos (chalecos y relojes eslavos), sus formas rudas de hablar alemán (la lengua oficial del imperio). 

Isabel, su mujer, con la que se casa apresuradamente y con la que a la vuelta de la guerra sigue sin tener muy claro cuál es su papel de esposo. En torno a Isabel aparecen personajes como su suegro y sus negocios. Burgueses arruinados que ya no creen en el arte y trastocan los valores de qué es arte y qué es industria del arte: Estudio. Isabel Trotta. Ella es una mujer nueva, diríamos que moderna: fuma, rompe las costumbres (viste con corbata como la de un hombre) diseña toda clase de cosas: alfombras, chales, anillos, etc. Por otro lado dos personajes que representan las nuevas tendencias y los nuevos negocios: Jolanth Szatmary, una diseñadora húngara y profesora de Isabel, desinhibida, lesbiana y dominante, a la que la madre de Trotta no la llamará jamás por su nombre como señal de desprecio a lo no austriaco. Y Kurt von Stettenheim, Llegado de la marca de Brandenburgo y resuelto a extender el arte industrial por el mundo y a cualquier precio. Tenía el aspecto de uno de esos hombres a los que hoy se califica de chicos bien, entendiéndose por esto una mezcla de campeón internacional de tenis y terrateniente, con un ligero toque transatlántico o de naviero. Encantador de serpientes y conseguidor de dinero para negocios rápidos y muy lucrativos que, la mayoría de las veces fracasaban arrastrando a gentes, como a la madre de Trotta, a hipotecar sus últimas pertenencias. 

A Isabel la encuentra totalmente cambiada de cómo la dejó al irse a la guerra. Su mujer representa lo nuevo los cambios sociales que se producen a una velocidad vertiginosa.

La madre, personaje sin demasiado peso en la primera parte del relato, representa la viejo. Ante la ausencia del padre ella asume un papel fuerte a la vez que es incapaz de transmitir el cariño maternal a su hijo: … Mi madre era una mujer inteligente y aguda, y entonces es cuando me di cuenta de que nunca me había visto como yo era en realidad. Sin duda me quería mucho, pero a quien quería era al hijo de su marido, no a su hijo Ella era una mujer y yo la herencia de su amado, de cuya sangre me había formado el destino, mientras que su seno sólo había intervenido en ello por casualidad. 

Cuando regresa de la guerra se la encuentra incapaz de ubicarse en el nuevo mundo que ha llegado a toda velocidad. Pero que, una vez pasada la guerra, adquiere una gran importancia. Es la madre distante e inmóvil que le despide cuando se va a la guerra y es la madre que le recibe, incapaz de mostrar sus sentimientos, cuando vuelve de la guerra. 

Pero este personaje, desde mi punto de vista, va adquiriendo un enorme peso en el relato y pasa a progresivamente a ser lo nuevo y se adapta mejor a las nuevas situaciones: sorprende a su hijo una mañana con la expresión ¡servus, hijo! Una expresión demasiado campechana para estar en boca de su madre. Toma las riendas y, ante la imposibilidad de vivir como lo hacía hasta entonces, toma decisiones en las que arrastra a su hijo a adaptarse a los nuevos tiempos. Se atreve a invertir en los nuevos negocios y convierte de su gran casa en una pensión donde acoge, entre otros, a los amigos de juventud del protagonista que se han arruinado y no tienen donde vivir. E incluso empieza a deshacerse de su coraza y deja traslucir emociones y afectos que hasta entonces habían sido totalmente acallados.

Como personajes secundarios, citaría al conde Chojnicki, que también tiene gran protagonismo en La Marcha Radetzky, era un rico noble polaco en la frontera con Rusia, pronuncia una sentida diatriba contra la «fidelidad nibelunga» del núcleo germánico: austríacos, alpinos, sudetes, considerados traidores a la vocación supranacional del imperio por su afán de anexionarse al Reich alemán. La esencia del Imperio Austro-húngaro, según el conde, reside no en el centro sino en la periferia; no en el elemento germánico sino en la multitud de etnias congregadas en torno a la figura simbólica del emperador, convocadas por una romántica ilusión de paridad entre los pueblos. En «la loca Europa de las nacionalidades y los nacionalismos» dice el conde, “el Imperio representa no sólo un estadio superior de organización geopolítica sino una idea por completo sublime; pero mientras los pueblos periféricos (eslovenos, galitzianos, judíos, rutenos y otros) entonan el Dios salve al emperador, los del centro se dejan seducir por aspiraciones pangermánicas y cantan, muy germánicamente, La Guardia en el Rin. A Austria no se la encuentra en los Alpes, allí hay rebecos y rosas blancas de los Alpes, y gencianas, pero ni sombra del águila bicéfala. La esencia de Austria se nutrirá y se completará siempre en las comarcas del reino.» La discusión que se suscita entre el Conde Chojnicki y el varón Kovacs, joven militar húngaro, es una muestra más de los agravios y las disputas entre los pueblos y las naciones que dieron al traste con la organización política imperial.

En la novela aparece otro personaje que se repite en La marcha Radetzky, Jacques, criado fiel y abnegado de los Trotta, a los que sigue hasta el final de sus días. A este personaje Roth, tanto en una novela como en otra, lo retrata con una gran ternura. Representa lo viejo, la fidelidad más allá de la muerte: “- Por favor, señorito, diga a la señora que volveré mañana temprano.” Dijo Jacques minutos antes de morir. 

La Cripta de los Capuchinos es una novela realista e histórica con un relato circular que empieza y termina con el Emperador y con los Trotta, estos últimos en la iglesia de Santa María de los Ángeles en Viena, en la cripta donde reposan los restos de los primeros, los Habsburgo: 
¿Qué desea usted?
Quiero visitar la tumba de mi emperador Francisco José – le contesté.
¡Que Dios le bendiga! – dijo el hermano bendiciéndome con su crucifijo.
¡Que Dios le guarde! – exclamé yo.
¡Pst! – dijo el hermano. 

Y ahora, ¿a dónde puedo ir yo, un Trotta?



Varias de las novelas de Joseph Roth han sido llevadas al cine, en concreto seis:


La película cuyo guión está basado en las novelas protagonizadas por los Trotta, tiene el mismo nombre: TROTTA, dirigida por Johannes Schaaf en 1971 y nominada a la Palma de Oro como mejor película en el festival de cine de Cannes en 1972.