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CARRUSEL 2023-24

lunes, 29 de noviembre de 2021

El largo adiós

 Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 29 de noviembre de 2021,

por confinamiento debido al COVID-19


Obra: El largo adiós
Autor: Raymond Chandler
Presenta: Aurelio Pardo


Vida

Raymond Thornton Chandler nació en Chicago un 23 de Julio de 1888. Siendo niño se trasladó con su madre a Inglaterra. Estudió en Upper Norwood y en el Dulwich College de Londres, una escuela privada donde se formó en literatura clásica (1900-1905). Viajó a Francia y Alemania (1905-1907) y se nacionalizó británico en 1907.

Trabajó en el Almirantazgo y como reportero para el London Daily Express y la Bristol Western Gazette (1908-1912). En ese periodo publicó 27 poemas y un relato: The Roe Leaf Romance.

Regresó a los EE.UU. (1912) viviendo una temporada en San Francisco donde estudió contabilidad y luego con su madre en Los Ángeles (1913).

En la primera guerra mundial luchó en los Gordon Highlander de Canadá en el frente francés. De regreso a California, trabajó como empleado de banca y como ejecutivo de una compañía petrolera.

Tras la muerte de su madre, se casó en 1924 con Pearl Cecily Bowen, mujer divorciada 18 años mayor que él.

Debido a problemas de alcohol y faldas perdió su buena posición laboral pasando a desempeñar ocupaciones eventuales en el armado de raquetas de tenis o en la cosecha de albaricoque, sintiendo en sus propias carnes el efecto de la gran depresión.

En la revista pulp Black Mask, donde aparecían relatos policíacos con un renovado y mejorado estilo y de la que era devoto lector, publicó su primer relato: "Los chantajistas no matan" , al que se añadieron un total de 20 en los siguientes 5 años.

Posteriormente dio el salto a la saga de novelas negras protagonizado por su alter ego Philip Marlowe con la publicación del "Sueño eterno" en 1939 y que le reportó gran reconocimiento por parte del público.

También trabajó como guionista en la industria cinematográfica e incluso probó con el género del ensayo.

Tras la muerte de su mujer, R. Chandler entró en un serio declive vital que le hizo atravesar dos intentos de suicidio y un internamiento en una clínica psiquiátrica. A veces se le veía subir a sus 27 gatos en su viejo oldsmobile descapotable para contemplar el crepúsculo en la bahía de San Francisco. Falleció de neumonía el 26 de marzo de 1960 en La Jolla (EE.UU.). Contaba con 71 años de edad.

Obra

Raymond Chandler continuó la estela abierta por Dashiell Hammett (quien también publicó en Black Mask) en el intento de dignificar la novela negra y hacerla trascender de un mero puzle a resolver.

Al igual que Hammett, aprovecha el esclarecimiento de un caso, ya sea una desaparición o un asesinato, para hacer una reflexión de la sociedad norteamericana, ahondando en sus miserias, frustraciones y miedos. Al respecto, R. Chandler expone lo siguiente en su ensayo "El simple arte de matar":

«El relato policial, por varias razones puede ser objeto de promoción en muy raras ocasiones. Por lo general se refiere a un asesinato, y por lo tanto carece del elemento promocionable. El asesinato, que es una frustración del individuo y por consiguiente una frustración de la raza, puede poseer —y en rigor posee— una buena proporción de inferencias sociológicas. Pero existe desde hace demasiado tiempo como para constituir una noticia. Si la novela de misterio es realista (cosa que muy pocas veces es), está escrita con cierto espíritu de desapego; de lo contrario nadie, salvo un psicópata, querría escribirla o leerla. La novela de crímenes tiene también una forma deprimente de dedicarse a sus cosas, solucionar sus problemas y contestar sus preguntas. Nada queda por analizar, aparte de si está lo bastante bien escrita como para ser buena literatura de ficción, y de todos modos la gente que contribuye a las ventas de medio millón de dólares nada sabe de esas cosas. La búsqueda de la calidad en la literatura es ya bastante difícil para aquellos que hacen de esa tarea una profesión, sin tener que prestar demasiada atención a las ventas anticipadas.»

Con un tono menos impresionista y más cáustico que Hammett, R. Chandler nos acerca a las contradicciones de la naturaleza humana. Sin necesidad de una exuberancia descriptiva, consigue con estilo sobrio y un manejo económico de las situaciones, una fuerza narrativa que fluye desde la primera página. A través de sus metáforas, muchas veces bombas fétidas destinadas a disuadir de una observación insípida, y de sus diálogos, en ocasiones fuegos de artificio con réplicas y contrarréplicas que elevan la temperatura del sarcasmo, R. Chandler nos muestra una galería de situaciones por el que deambulan unos personajes (algunos de ellos arquetípicos) al que nos obliga acercarnos narrando en primera persona.

El caso de Raymond Chandler es paradigmático en cuanto a su dedicación tardía a la literatura. De carácter obsesivo e inseguro, habitualmente solía trocear lo que tenía escrito y volvía a ensamblarlo bajo un nuevo enfoque. El vértigo, sobre todo al principio, de la inseguridad económica convirtió su labor creativa en un proceso agónico.

De su época como guionista, comentó con cierta sorna, que fue un escritor lo suficientemente bueno para que Hollywood lo llamara, pero no tanto para rechazar la oferta. Y es que en aquella etapa salieron a flote sus demonios personales de abuso de alcohol y citas clandestinas con secretarias. Tampoco llevó muy bien la lucha de egos que mantuvo con los directores con los que trabajó. A Hitchcock lo consideró demasiado controlador y a Wilder lo tachó de déspota. En cuanto a la difícil tarea de adaptar una novela, desentrañó el arte del guión con estas palabras:

«El truco de escribir para el cine está en decir mucho con poco, y después suprimir la mitad de ese poco y aún así seguir conservando un efecto de soltura y movimiento natural.»

Su producción literaria resumida es la siguiente:

Historias cortas
Cinco asesinos (1944)
Trouble is my business (1950)
Pickup on noon street (1953)
Asesino bajo la lluvia (1964)
The smell of fear (1965)

Ensayos
El simple arte de matar  
El simple arte de escribir 
A mis mejores amigos no los he visto nunca

Guiones
Perdición (novela de James M. Cain dirigida por Billy Wilder, 1944)
La dalia azul (dirigida por G. Marshall 1946)
Extraños en un tren (novela de Patricia Highsmith dirigida por Alfred Hitchcock, 1951)

Novelas
El sueño eterno (1939)
Adiós, muñeca (1940)
La ventana siniestra (1942)
La dama del lago (1943)
La hermana pequeña (1949)
El largo adiós (1953)
Playback (1958)

Philip Marlowe

El detective creado por Raymond Chandler es un personaje complejo que une contrarios. Duro pero sentimental. Solitario pero amistoso. Escéptico pero actuando como si creyera. A través de Marlowe, R. Chandler nos muestra su particular visión del mundo.

El humo de la pipa o la lente deformada de un vaso de alcohol no impide a ambos detectar que las apariencias representadas probablemente no son mejores que la realidad subyacente y no sorprende si la verdad escondida es la más grosera de todas las posibles.

Marlowe asume el mundo que le rodea sin juzgarlo. Y lo hace con una vuelta de tuerca. Ejerciendo la honestidad en un mundo de hipocresía y mezquindad. No deja (no se lo puede permitir) que la desesperanza y la resignación que encuentra a su alrededor le afecte. Manda a la papelera la última batalla perdida y vuelve a comenzar de nuevo. Es como un verso libre en una página de renglones torcidos.

Su modus operandi, que podría parecer poco pragmática (la honestidad) es para Marlowe un instrumento de legitimación. Le ayuda a no claudicar. La ética de Philip Marlowe no es utilitarista (en base a beneficios específicos de actos particulares), sino más bien kantiana, formal, poco flexible que le sirve de ancla en una marea de tentaciones y dudas.

Sabe que podría llevar una vida más acomodada. Y a veces fantasea con las oportunidades que el destino le presenta (observando un billete de cinco mil dólares que guarda en su caja fuerte, o escuchando una oferta de matrimonio de una mujer rica que le gusta). Pero siempre se acaba imponiendo su carácter estoico. Podría tener una existencia mejor, si no fuera por el detalle de obviar su propia naturaleza. Para Philip Marlowe, lo que es, es todo lo que tiene.

El largo adiós

En esta novela, considerada su obra más madura, Raymond Chandler muestra Los Ángeles como una ciudad palpitante, en continua tensión, a punto de estallar.

Pone su atención especialmente en miembros de una clase alta incapaces de ser felices. Philip Marlowe los observa, trata con ellos y comprueba poco a poco su incoherencia (lo que dicen, lo que en el fondo piensan, y lo que finalmente hacen). Asiste sin perplejidad a un juego hipócrita de apariencias y representaciones que traslucen los síntomas de una sociedad enferma. Y constata una vez más, el poder omnipresente que el dinero otorga a unos pocos. De cómo sus influencias acaban comprando voluntades en cualquier institución.

Philip Marlowe vuelve a ser aporreado por individuos con mucha testosterona y poco cerebro (con o sin uniforme), engañado por rostros angelicales y amenazado por tipos con diferente poder.

No juzga, pero no exime de responsabilidad los actos ajenos, aunque estén condicionados por estructuras que los preceden. Así, por ejemplo, en una conversación con un policía amigo, éste le expresa su rabia por las multinacionales del juego y el alcohol que está echando a perder la decencia del norteamericano medio. Marlowe responde ante esta perspectiva idealizada, que no se puede dejar de fabricar automóviles, por el hecho de que existan accidentes de tráfico.

La novela discurre a veces por situaciones algo surrealistas protagonizadas por personajes peculiares, como el infructuoso esfuerzo de un gánster por hacerse respetar, la presencia de un criado que igual te sirve una copa como te lanza un cuchillo, o la hilaridad provocada por el ridículo comportamiento de un presuntuoso médico de Boston.

Cosas como éstas, se va encontrando Philip Marlowe cuando se ve envuelto en dos tramas en apariencia sin conexión, cuyos enigmas parecen muy difíciles de resolver.

Pero sobre todo, esta novela trata el tema de la amistad. La de Philip Marlowe y Terry Lennox. Dos tipos diferentes unidos por la casualidad. No se conocen mucho (no lo pretenden), pero aprecian la compañía del otro y suelen quedar para tomar un gimlet en su bar fetiche.

Y Raymond Chandler nos recuerda que la amistad es una realidad milagrosa que necesita de una alineación única de lugares y momentos para que nazca. Por lo demás, al igual que cualquier otra, puede verse amenazada por dudas, por la percepción de una reciprocidad desigual o por el difícil ejercicio de la empatía.

Pero en este caso, contra todo pronóstico, es una amistad que no sólo pone a prueba la lealtad, sino que es capaz de crear nostalgia. Es lo que tiene un pacto entre caballeros.