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CARRUSEL 2023-24

jueves, 24 de febrero de 2022

Los asquerosos

 Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 25 de febrero de 2022

por confinamiento debido al COVID-19


Obra: Los asquerosos
Autor: Santiago Lorenzo
Presenta: Araceli Callejo



Biografía:

Santiago Lorenzo nació en Portugalete, Vizcaya, en el año 1964. Hijo de profesores y educado en sus primeros años en un colegio del Opus Dei de la margen derecha bilbaína. Se trasladó a Valladolid para iniciar su formación universitaria. En 1985 se trasladó a Madrid para completar su formación académica. Estudió imagen y guión en la Universidad Complutense y dirección escénica en la RESAD. Inmediatamente empezó su carrera de cinematográfica escribiendo guiones, dirigiendo y produciendo cortos y algún largometraje.  El primero de todos fue Bru, ficción en la que Enedino Martín «Bru», un joven escritor del Centro de Artes de Valladolid, termina suicidándose. Después vendrían otros ambientados en la ciudad vallisoletana. El fin de esta etapa dedicado a los cortometrajes le llegó con Caracol, col, col, dirigido y producido por el propio Santiago Lorenzo, con el que en 1995 obtuvo el Premio Goya al mejor corto de animación. 

Después de este periodo inicial, dirigió su primer largometraje: Mamá es boba (1999), drama con el que abordó el acoso escolar de un menor, un tema por entonces novedoso. La película fue nominada al premio que concede la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) en el Festival de Cine de Londres. 

Dos años después, en 2001 creó en Madrid –junto a Mer García Navas, directora de arte– el taller Lana S.A. dedicado al diseño y fabricación de escenografías y maquetas para cine, teatro y televisión. Algunas de estas creaciones y piezas aparecieron en cortos producidos por el propio Santiago Lorenzo en diferentes películas de Santiago Segura o en anuncios de televisión. Incluso, parte de este atrezo pudo verse en las exposiciones «Juguetería» y «Museo de Antigüedades recientes». 

En 2007 volvió a dirigir su segunda y última película: Un buen día lo tiene cualquiera, una comedia centrada en la imposibilidad de encontrar un hogar, de la que reniega debido a las discrepancias creativas que tuvo con la productora. 

Primero miró, luego observó, después filmó y ahora escribe. En todas esas etapas vivió y en ninguna hizo lo que hacen los actores: actuar. Denle una goma de borrar Milan y unas tijeras y les creará un mundo. Aunque hace tiempo que con un teclado hace lo mismo y mejor. Este artista pretecnológico de pulsaciones lentas (quizás por su corazón grande) vive a caballo (o a autobús de varios caballos) entre Madrid y un taller que ha elegido en una aldea de Segovia que podría servir para ejemplificar la recurrente expresión “alejado del mundanal ruido” (blackiebooks.org).

Después de una dura etapa, harto de los tejemanejes del mundo del cine, y de superar una adicción al alcohol, Santiago Lorenzo, sustituyó el mundo cinematográfico por el mundo de la literatura. En 2010 publicó la novela Los millones uno de los libros del año con un tono cómico y un golpe más bien trágico: a uno del GRAPO le toca la lotería primitiva; no puede cobrar el premio porque carece de DNI. A partir de entonces, ha escrito Los Huerfanitos (2012), Las ganas (2014), 9 chismes (2017), y en 2018 Los asquerosos.

Desde agosto de 2012 viven en un pequeño pueblo de 23 habitantes de la provincia de Segovia. El día 1 de agosto se trasladó con “el armario grande” No conduce, viaja en autobús y vuelve a la ciudad, Madrid, cada 15 días, llevando una vida caracterizada por la sencillez y la austeridad. De las entrevistas que he leído hechas a raíz de sus éxitos editoriales se presenta como una personalidad controvertida, radical y un tanto “destroyer”. 

Pero por otro lado suele caer bien a la gente, ver por  ejemplo la entrevista hecha en el programa de televisión La resistencia. Lo que sí es cierto es que no responde al estereotipo de escritor con éxito y metido en la rueda del mundo editorial.

Los asquerosos

Cuando leí por primera vez Los asquerosos me encontré con una historia que empezaba por ser un thriller o una novela negra y luego derivaba hacia una historia a lo Robinson Crusoe. Un personaje que se ceñía a los estándares de un joven profesional, ingeniero de telecomunicaciones, en medio de una terrible crisis económica donde cada cual se ponía a salvo como podía, utilizando las argucias más insospechadas. Un joven ingeniero que necesitaba del contacto y la amistad de sus colegas, de sus vecinos, de sus allegados. Un “Manuel” corriente e inexistente para el aparato y los canales informados del Estado, que paga su alquiler en negro, que sobrevive con contratos de trabajo precarios y mal pagados, que bracea para sobrevivir en el tsunami provocado por la crisis financiera de las últimas décadas. Una crisis que se saldó, si es que ha terminado, llevándose por delante la clase trabajadora, la clase media y los más desfavorecidos, a base de restricciones y austeridad. Pero austeridad para qué? Recortes sociales para quién? Para los de siempre? Para los asquerosos? Parece que para estos últimos no. 

La novela tiene un narrador omnisciente, el tío del protagonista que asume el papel de abogado del diablo, el que soluciona las primeras necesidades de Manuel y el que va contando de forma amena y sencilla la evolución que va teniendo su sobrino, el personaje principal: cómo deriva desde un perseguido por la Ley a un hombre que encuentra en la soledad y el aislamiento la mejor forma de vida.

El personaje, Manuel, sale huyendo de Madrid por el incidente con el policía al cual cree que ha matado, y se convierte en un prófugo ayudado por su tío que organiza todo la infraestructura para que su sobrino pueda vivir escondido mientras se aclara el  infortunado incidente: nada de móviles, nada de tarjetas de crédito, nada online, es decir, nada de dejar rastro electrónico o telemático que pudiera ser localizado o encontrado por las autoridades, ningún rastro de la modernidad. 

Manuel sobrevive y alimenta su espíritu con los libros de la Colección Austral que encuentra en la casa que okupa, y se alimenta con lo que le suministra Lidle. Desarrolla sus habilidades manuales (influencia del maquetista Santiago Lorenzo) solucionando los problemas cotidianos con aplicaciones “modernas” Una especie de Robinson Crusoe que se va entusiasmando con la soledad, el silencio, la naturaleza recién descubierta. Y se da cuenta de que cuanto menos tiene, menos necesita y va derivando hacia una misantropía que, desde mi opinión, no aparece en los primeros capítulos y que se ve acentuada con la aparición del agente inmobiliario y la “Joaqui”. 

Pero su plácida y solitaria vida se ve alterada cuando aparecen los “mochufas”. Santiago Lorenzo hace una crítica feroz a esas clases medias, que son bajas pero que quieren llegar a ser altas. El autor crea en esta narración un micro mundo posible, Zarzahuriel. Y ahí, intenta conseguir que el lector acabe convencido de que puede habitar en la utopía, y para ello recurre a innumerables neologismos que te interrogan ¿Qué es un mochufa?. Y el autor empieza por: “La Mochufa ensucia todo el día: con los motores de sus coches, que parecían carros de combate; con sus artilugios eléctricos, sin los que no eran capaces de batir un huevo; con las calderas de sus calefacciones anticipadas, no fueran a coger un catarro mientras no estaban. […] este enguarramiento pertinaz era acción criminal. […] Pero estas prácticas hacían que le entrechocaran las costillas. Tanto amor que los mochufas adultos declaraban a los hijos y nietos, y con qué saña les estaban dejando una decoración aérea amarilla ferrugino como para coger todos los enfisemas.[…] El domingo por la tarde, a eso de las seis, se volvían a sus casas con expresión de haber quedado transidos de naturaleza e imbuidos de experiencia agreste. Como quien se va de putas y vuelve creyéndose un conquistador”. 

Vista la opinión que tiene de los mochufas se entiende la guerra de guerrillas que inicia contra ellos. Sabotea y destruye aquellas comodidades que estos consideran indispensables para poder ir los fines de semana a un pueblo como Zarzahuriel. Sus conocimientos de ingeniería y su propia experiencia los pone a disposición de su venganza. “Antes de eso sintió una profunda alegría por haber cumplido con la gran máxima estratégica: media victoria es que el enemigo no sepa que tú lo eres suyo. Y victoria entera es que el enemigo no sepa ni siquiera que tú existes”. 

Los terminas odiando y empiezas a estar convencido de que puedes ser el próximo Manuel, quien se desprende de lo material, primero por obligación y luego por devoción. Cuando no se tiene nada todo sobra: “Él ya tenía de todo sin necesidad de más”. Así se refiere el narrador a la austeridad del sobrino. 

Santiago Lorenzo resuelve la trama eliminando todos los condicionantes que deberían haber llevado a Manuel a una vida de prófugo y clandestino. Ahora es libre de vivir como él quería, la tecnología le ayudaba a proveerse de ingresos suficientes y a vivir apartado del mundo real al que considera asqueroso y lleno de asquerosos, aunque se cuestiona si el más asqueroso de todos, “el que más” sea él. Pero al menos nadie tendrá que sufrir su asquerosía, no habrá perjudicados.