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CARRUSEL 2023-24

jueves, 15 de octubre de 2020

Ordesa

 Sesión virtual del Club de Lectura abierta el 15 de octubre de 2020,

por confinamiento debido al COVID-19


Obra: Ordesa
Autor: Manuel Vilas
Presenta: Araceli Callejo


Cuando propuse la lectura de Ordesa respondía al compromiso, conmigo misma, de terminar de leer el libro que apareció por mi casa el verano de 2018, que compartíamos, a la vez, su lectura entre los miembros de mi familia, y que no se sabe cómo ni cuándo, al final de ese verano, desapareció de casa dejándonos a medias. 

Manuel Vilas Vidal, nació en Barbastro en julio de 1962. Se licenció en Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Fue profesor de secundaria durante unos 20 años. Poeta, ensayista y narrador celebrado en lo que llevamos de siglo, colabora con prensa, como el Heraldo de Aragón y El Mundo, con periódicos el grupo Vocento, así como las secciones literarias de la Vanguardia, El País o el ABC Cultural. Colabora también con otros medios de comunicación como la Cadena Ser. Actualmente vive entre Madrid y Iowa City.

Ha sido galardonado con numerosos premios, sobre todo en poesía: el primero le llega en el 2002 con el Premio Pedro Saputo de las Letras Aragonesas por el libro de cuentos Zeta. Premio Jaime Gil de Biedma (2005) de poesía por el libro de poemas Resurrección, en 2008 recibe el Premio Fray Luis de León de Poesía por el libro de poemas Calor, premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla (2012), primer Premio “Antonio Machado” (2013) de Poesía por el poema Creo, premio de Poesía Generación del 27 (2014). Premio de las Letras Aragonesas (2016). En 2019 es finalista del Premio Planeta con su novela Alegría y el mismo año recibe el premio francés Femina Etranger por Ordesa.

Sus primeras publicaciones poéticas datan de 1982 con El sauce (Instituto "Fernando el Católico"). Sigue publicando y mucha poesía. En 2005 publica y es premiado su poemario Resurrección, al igual que Calor en 2008. En 2015 aparece su poemario El hundimiento. Al mismo tiempo escribe ensayo, relatos y novelas. En cuanto a estas últimas se puede destacar: España (DVD, 2008), Aire nuestro (Alfaguara, 2009), Los inmortales (Alfaguara, 2012) El luminoso regalo (Alfaguara, 2013), Lou Reed era español (Malpaso, 2016), Ordesa (Alfaguara, 2018), Alegría (Planeta, 2019) finalista premio Planeta 2019.
 
Se le está considerando como uno de los grandes poetas españoles de su generación, su estilo integra con naturalidad el discurso realista con las imágenes visionarias. Como narrador ha desarrollado una importante labor crítica de la cultura, y en sus obras abunda la parodia, los mitos del pop y la reflexión sobre el capitalismo. 

La novela que nos ocupa, Ordesa, fue un fenómeno literario en España, con 14 ediciones en menos de un año y más de cien mil ejemplares vendidos. Ha sido libro del año 2018 para medios como El País, La Vanguardia, El Mundo, El Correo, entre otros muchos. Ordesa ha sido editada en varios países, como Estados Unidos, Francia, Alemania, Polonia y Reino Unido. En enero de 2019 aparecieron las traducciones al italiano y al portugués. 

Según ha expresado en diversas ocasiones, la muerte de su madre y el divorcio de su mujer significaron para él la destrucción de sus dos familias, de la que fue hijo y la que fundó como padre, y entonces se dio cuenta de que "un ser humano que vive sin familia es como un perro apaleado". En una entrevista a la agencia Efe explica cómo "El dolor ante la pérdida de mi madre fue como una especie de huracán en mi interior. Me di cuenta de muchas cosas, de algo que yo no sabía, que era el inmenso, enorme y salvaje amor que yo tenía a mi padre y a mi madre. Pero me di cuenta tarde". Esos sentimientos son la piedra angular de Ordesa, que es una especie de biopsia de sus sentimientos pero también de esa España en la que creció: “Creíamos que éramos clase media y un día descubrimos que éramos clase baja, sin más. Cuando ves que tu padre tiene enormes dificultades para llegar a fin de mes, se te mete ese olor a pobre. Una de las grandes decepciones de mi padre fue pensar que él era clase media, y un día se dio cuenta de que era un trabajador, que era de clase baja, España es un país en el que es imposible quitarse "el olor a pobre". Y Vilas dice que todavía no se ha quitado ese olor. La historia de su familia es la historia de miles de familias españolas, y Manuel Vilas atribuye esa alienación de clase a la complejidad del capitalismo, del que dice es imposible mantenerse al margen "Pensamos en un momento determinado de la historia en que la vida familiar y la vida privada eran una frontera para el capitalismo, que el capitalismo no entraba en la relación que tú tienes con tu padre o en la relación que tú tienes con tu mujer, o una mujer con su marido, que hasta allí el capitalismo no entraba. Pero eso es mentira"

Ordesa es una crónica íntima de la España de las últimas décadas, pero también un relato sobre todo aquello que nos recuerda que somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos que nos unían a los demás han desaparecido o los hemos roto. Y sobrevivimos. Es el álbum, el archivo, la memoria sin mentira ni consuelo de una vida, de un tiempo, de una familia, de una clase social condenada al mucho esfuerzo y al fruto escaso. […]. “Había desvaídas cartas de amor antiguo, inocentes y tiernas cartas de juventud, las cartas de la madre de mi hijo y de quien fue mi mujer. Le he dicho a mi hijo que pusiera eso en el cajón de recuerdos. Hemos puesto allí también fotos de mi padre y una cartera de mi madre. Una especie de cementerio de la memoria. No he querido, o no he podido, detener la mirada ante esos objetos. Los he tocado con amor, y con dolor”. Hace falta mucha precisión, una claridad y una contundencia poderosa para contar estas cosas, hace falta un buen bisturí, el punzón que pincha el globo de la vanidad y expone la vida normal de una familia de clase media-baja normal en una España que empieza a ser casi normal. Lo que queda al final es la limpia emoción de la verdad y el desconsuelo de todo lo perdido. 

Ordesa es a la vez crónica de una orfandad o quizá de un desamparo profundo, el del narrador de esta historia y puede que también, el de toda la clase media-baja española en las últimas décadas del siglo XX y primeras del siglo XXI. El desencadenante de la historia narrada es la muerte de la madre, a comienzos de 2014, casi una década después de que lo dejara también su padre a causa de un cáncer de colon. Un segundo luto que viene agravado por el casi simultáneo divorcio del narrador. Un narrador sin nombre de cincuenta y dos años —aunque un tío paterno afincado en Galicia al que no ha visto en los últimos treinta años lo identifique al teléfono en algún pasaje como Manolito—, un escritor, nacido en un pequeño pueblo del norte de España, Barbastro, que se parece mucho al autor de carne y hueso. Es un tributo o póstuma carta de amor a sus padres ausentes: "Me di cuenta de que la única manera de decir ese amor era escribiendo un libro porque ellos dos ya no estaban en el mundo. Esa es la naturaleza del libro: el fundamento del libro es una carta de amor a un padre y una madre que ya se han muerto". Ordesa también trata el tema universal de la relación entre padres e hijos. Y el epílogo del libro está formado por una serie de poemas que dedica a sus hijos, protagonistas de los últimos capítulos de la novela, así como a sus padres: “Un hijo se da cuenta de que quiere a su padre y a su madre tarde. Eso está en la naturaleza" [...] “Uno no se queda huérfano cuando mueren sus padres. Se queda huérfano cuando se convierte en padre de sus padres, cuando empieza a tener que cuidar de sus padres como ellos cuidaron de él, cuando sus padres ya no son el pilar que lo sostiene y le da seguridad en el mundo, sino que le obligan a su vez a convertirse en el pilar y sostén de sus padres. Se convierte uno así en su propio abuelo y ya sabemos que los abuelos casi nunca tienen padres. Tienen hijos y nietos, pero pocas veces padres. La mayor parte de las veces, cuando nuestros padres mueren ya hace mucho que somos huérfanos, tan solo pasamos a ser huérfanos desarraigados” […] "Ojalá mi padre volviera de entre los muertos y pudiera sentarse a mi lado".

Ordesa es un relato híbrido, estructurado en breves capítulos enlazados de manera aparentemente azarosa o falsamente caótica, que indaga con notable intensidad en el desamparo y el desarraigo en todas sus manifestaciones y formas: desde la contundente prosa poética, a la cristalina o diáfana postal del recuerdo o la ácida estampa del presente, sazonada con un sentido del humor implacable, pasando por la aguda reflexión política y social sobre la historia española reciente. Creo que no es una novela en el sentido estricto. Ni siquiera es una novela biográfica, o como se ha calificado una moderna autobiografía. Ordesa, en mi humilde opinión, es un libro de memorias. Me atrevería a decir que es un libro de memorias desordenadas, escritas tal como van llegando. A retazos nos habla de los hijos, de sus tíos, del divorcio, de sus alumnos, de la docencia, de su alcoholismo... de sus padres, siempre de sus padres, omnipresentes, casi diría yo motores del libro, motores de la vida del autor. Rezuma una profunda verdad, que va más allá incluso de las fotografías familiares intercaladas en el texto a la manera de testimonio indudable. Construye una honesta primera persona que no hace concesiones y está dispuesta a narrarlo todo, incluso aquello vergonzoso o humillante que el recuerdo astutamente quiere ocultar. Quizá porque, en el fondo, la materia de Ordesa no sea otra que la vulnerabilidad de lo que somos, el dolor de la pérdida, y la precaria afirmación de lo que nos sostiene en nuestro día a día, que suele ser a menudo la ausencia de aquellos a los que hemos amado.

Ordesa, según afirma el propio Manuel Vilas, fue una terapia, y durante su escritura aprendió a "amarse a sí mismo" porque "en el momento en que te entiendes con tu soledad la vida es mejor, más vivible". Afirma también que la literatura siempre ha sido un auxilio para la gente. Mucha gente ha leído a Shakespeare con una idea de auxilio o ha leído a Cervantes con una idea de encontrar en la literatura modelos de vida que ayuden a entender la vida. La ficción ayuda a entender tu propia vida".

En los tres primeros capítulos nos daremos cuenta que explicita a grandes rasgos el resto de la obra. Pero si nos leemos con detenimiento el primer párrafo: “Ojalá pudiera medirse el dolor humano con números claros y no con palabras inciertas. Ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos sufrido, y que el dolor tuviera materia y medición. Todo hombre acaba un día u otro enfrentándose a la ingravidez de su paso por el mundo. Hay seres humanos que pueden soportarlo, yo nunca lo soportaré”.es una declaración abierta y transparente de su "estar en el mundo", de la contingencia del ser humano y de la ingravidez de nuestro paso por el mundo y si además nos quedamos, huérfanos, nos quedamos sin referentes, se nos cierran las puertas a mucho conocimiento que se llevan con ellos. Tal vez porque no quisieron responder o tal vez porque no supimos o no quisimos preguntar. Manuel Vilas nos cuenta todas las cosas que quedaron ignoradas porque ya nunca podrá preguntarlas. "Mi abuelo, que no sé quién fue, ni qué nombre tuvo, ni cuándo nació ni cuándo murió [...]"Mi abuelo fue un nicho a la deriva. No sé ni dónde está enterrada mi abuela". Eso, de los abuelos paternos. De su abuela materna no sabe ni el nombre. La llama Cecilia porque Santa Cecilia es la patrona de los músicos. A todos sus familiares les dará nombres de músicos: Vivaldi y Brahms, a sus hijos. "He decidido usar esos nombres para llamar a mis hijos. Nombres nobles de la historia de la música. Todos los seres queridos serán bautizados con nombres de grandes compositores". Juan Sebastián Bach y Wagner a su padre y a su madre, respectivamente. Casi todos los personajes terminarán teniendo nombres de músicos ilustres. 

¿Por qué Manuel Vilas decide renombrar a los protagonistas con nombres de músicos, qué paralelismos hay entre Bach y su padre y entre Wagner y su madre. Y sus hijos: un músico barroco y un romántico? Por su parte, él es Arnold Schönberg y su ex-mujer Mozart. Si alguno de Vds. ha logrado encontrar información o explicación les agradecería la compartieran.

Muchas gracias.
Araceli Callejo













6 comentarios:

  1. Manuel Mellado Torres22 de octubre de 2020, 16:21

    Es un libro extraño, diferente de otras obras del mercado. Al inicio no parece muy interesante, pero se va cambiando de opinión a medida que se avanza en la lectura. Tiene poesía, desesperación, melancolía. En cualquier caso, refleja una forma cínica de ver la vida. Para la escritura se ayuda, en algunas partes, de sueños y medio pesadillas
    Como novela parece un libro sin acabar, sin estructura (planteamiento, nudo, desenlace, lanzamiento de la trama, puntos de giro, climax...; claro que si se considera una biografía, la falta de estructura puede crear un entorno adecuado. Es un manual de filosofía, sociología y va describiendo pensamientos sobre las más variadas situaciones vitales. Muestra de forma obsesiva las siempre difíciles relaciones de padres e hijos. En plan de ensayo no lo leería nadie, aunque las ideas que describe son interesantes. Quizás use la autobiofrafía para hacerlo más atrayente y que el abanico de lectores se expanda.

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  2. En esta autobiografía el autor nos va describiendo de una forma desordenada sus recuerdos, en esa pretendida confusión entre autor, narrador y protagonista, reconoce que nunca fue bueno en demostrar amor a sus padres en vida, y ahora a través de la palabra, de la literatura, intenta levantarles un monumento y poder subsanar el error cometido.

    Tiene una obsesión con la muerte, injusticias sociales, la corrupción, etc... lógico encontrándose en un estado de depresión debido a la muerte de su madre, el alcoholismo, el divorcio y su relación con sus hijos. Creo que empezó a escribir este libro como terapia sicológica para buscar una salida a su situación emocional, aunque también nos invita a reflexionar a los lectores.

    Los que hemos vivido en los años que trata el libro recordamos algunos detalles que cuenta, marcándose una sonrisa en nuestra cara.

    Tiene una prosa poética, se nota su influencia como vate reconocido.

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  3. J.J. Millás publicó en El País el 19 de enero de 2018 una nota “elogioso-promocional” sobre Ordesa. Aquí va el enlace para quien quiera leerla:
    https://elpais.com/elpais/2018/01/18/opinion/1516288300_811588.html

    El 24 de febrero de 2019 subí una entrada a este nuestro blog titulada «Ordesa el mejor libro de 2018» que contenía una reseña-crítica-elogio de la misma pluma publicada en el mismo periódico el 15 de diciembre anterior —puede leerse en el “Archivo del Blog” 2019, febrero—.

    La metáfora de la primera nota me resulta un tanto abstracta y difusa —libros como perros, domesticados, de criadero, salvajes …—, pero seguramente sirvió para los fines promocionales de la editorial.

    En el segundo comentario Millás es mucho más preciso y creo que acierta al menos en dos aspectos: imaginar las frases de Ordesa como el movimiento de las olas del mar, y considerar la obra toda como la carta de un náufrago, porque realmente parece el discurso de alguien perdido. Que sea «la carta del náufrago que esperábamos desde hacía años» es solo una opinión que no comparto.

    Millás ya lo dice, las olas al retirarse dejan restos de escaso o ningún valor, pero la categoría de representación del mundo que se les pueda asignar a esos restos es absolutamente subjetiva.

    Algo raro pasa cuando los elogios —los de J.J. Millás, por ejemplo, porque ha habido bastantes de otras insignes plumas— son más sugerentes y mejores que lo elogiado.

    El asunto de Ordesa no da para las 380 páginas que tiene, a no ser que el texto se estire y se estire, se rellene con digresiones que poco o nada vengan al caso y se repitan una u otra vez las mismas ideas con irrelevantes variaciones o se añadan frases aparentemente brillantes, pero que no resisten una segunda lectura.

    Ejemplo de reiteraciones son las referencias a la pureza, inefabilidad, hermosura o ternura que le produce lo que ignora, lo que no ha llegado a saber de su familia; la repetición de referencias difusas de fechas «1977 ó 1978 ó 1979»; el arrepentimiento por la incineración de sus padres; la guapura de sus padres; la persistencia de no asistir a los entierros de la familia, etc.

    Algunos ejemplos de frases aparentemente brillantes, pero que no resisten una segunda lectura, que nada o muy poco significan: (26) «Es como el final de un periodo histórico. Para guardar memoria, solo cabe llamar a los historiadores. Y los historiadores son perezosos, están durmiendo, no les apetece trabajar. Quieren tomar el sol.» (147) «La primogenitura fundó las cosas de este mundo, en un alarde de luz.» (147) «Te gusta hablar español, hablar en español, porque el español te sirve para hablar con los muertos.» (148) «El único pecado que puede cometer un hombre es dejar de servir a la vida. Y tampoco es un gran pecado, más bien una falta menor.»

    Si el propio Vilas reconoce (130) que «…. Sin hechos terribles [...] nuestra vida no tiene historia ni trama, y no existe.» ¿Qué puedo esperar yo de Ordesa? Lo que percibo es un libro desigual, una narración caótica, en la forma, el contenido y el objetivo. Un devaneo reiterativo de las mismas ideas y circunstancias de una vida que quizá fue como la cuenta —en la auto ficción nunca tendremos claros los límites de lo verdadero—. En un monólogo teatral me perdería a los cinco minutos, en un libro y porque soy un lector lento, me aburro a las treinta paginas.

    EL COMENTARIO SIGUE Y CONCLUYE EN LA SIGUIENTE ENTRADA

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  4. El fondo del asunto es elegíaco, pero Vilas no ha querido o no ha sabido construir una elegía y parece que tiene aliento poético para ello. Lo que ha construido es un lamento nostálgico —que no melancólico— de una vida no vivida: el amor tantas veces repetido de sus padres hacia él y de él hacia sus padres, no aparece en la narración de las circunstancias vividas. Es una reconstrucción en el presente, volviendo una y otra vez sobre los mismos hechos: lo que podía haber sido, pero no fue. Parece un ejercicio de catarsis personal que encuentro bastante narcisista, la manifestación de un duelo que no consigo que me parezca sincero —y en esto da igual que sea ciertamente autobiográfico como ficción pura—; además de un ejercicio de evidente y lógica frustración, ya que las ocasiones perdidas tienen la mala costumbre de no volver.

    Al contrario de lo que se ha glosado profusamente, personalmente espero que el futuro de la narrativa no sea éste.

    Sin duda también tiene momentos sugerentes y de altura literaria y poética, como el capítulo 157. Personas cuyo criterio me merece todo crédito me han hablado muy bien del gran ritmo de su poesía, muestras de ello asoman en las páginas de Ordesa; tendré que acercarme a ella para encontrarme con el genio de Vilas.

    En vista del éxito y ya puestos, Vilas se fabricó una secuela que —nada menos— fue finalista del Planeta de 2019; su título Alegría. Lo he ojeado y sigue con lo mismo. Aunque en esta parece haber superado su dolor y se regocija en la alegría de vivir. Por lo demás ahí sigue, aunque, claro, algo tiene que cambiar: por ejemplo el mundo de la música es sustituido por el del cine, así Valdi es Monty (por Montgomery Clift) y Bra es Brando (por Marlon Brando), Bach es Cary Grant, …

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  5. Cuando empecé a leer Ordesa pensé que no tardaría en abandonarlo, sin embargo, poco a poco me fuí metiendo en la historia, en sus reflexiones sobre la vida y la muerte, sobre el dolor , la vejez, la soledad, la tristeza, el arrepentimiento.. que es de lo que habla el libro. Algunas de estas reflexiones, son profundas e interesantes, pero, como opina la mayoría reitera tanto en ello, que termina aburriendo, perdiendo fuelle.
    El estilo me ha gustado, esa prosa tan particular, tan poética.. es lo que ha conseguido que termine el libro. Creo que también escribe con sinceridad, expresa sus miserias, sus sentimientos, sus culpas, con bastante honestidad. Al menos yo me lo he creído.

    Me ha gustado pese a todo, sin embargo, desde mi punto de vista esta novela está sobrevalorada, para nada creo que sea una lectura obligatoria, como dice la crítica. Como habéis opinado la mayoría, es reiterativo hasta la saciedad, con la familia, con la muerte, una y otra vez... Estoy de acuerdo en que le sobran muchas páginas, con la mitad habría conseguido una lectura mucho más fresca y dinámica.

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  6. Leí este libro hace más de un año, junto con alguna otra obra del autor ("Lou Reed era español", "Poesía completa. 1980-2018")antes de asistir a un curso de la UIMP con el autor...De lo que he leído de Vilas el que me parece mejor es "Lou Reed era español", apenas 200 páginas en las que mezcla ficción y realidad en lo que es la formación sentimental de un adolescente (él mismo) a través de la música, y con distintas voces. Su poesía (ha escrito mucho)es muy desigual (uso de la prosa, abundantes citas de él mismo con su nombre y apellidos, referencias musicales, influencia de la poesía metafísica de Quevedo: "Vencido por la edad sentí mi odio...").
    En cuanto a "Ordesa", que es la obra que nos ocupa, es una mezcla de memorias/crónica, dentro de lo que se llama ahora la "autoficción". El autor/narrador no duda en desnudarse y en una especie de catarsis hacer un repaso de su vida sin obviar los detalles menos favorecedores...Le sirve como homenaje y recuerdo a sus padres a la vez que nos sitúa en sus preocupaciones existenciales sobre el paso del tiempo, la muerte, el dolor de las pérdidas, las relaciones padres/hijos...y como contexto la España de los 60 a los 80.
    En cuanto al estilo es evidente la influencia de Manrique y una vez más de Quevedo. Utiliza un tono satírico y muy crítico con profesores, médicos... y son abundantes las referencias musicales: Araceli preguntaba por la razón de poner nombres de músicos a los personajes/componentes de su familia. No sé si habrá una razón oculta pero yo creo que es por la afición a la música del escritor, confesada por él y que aparece en casi todos sus libros.
    "Ordesa" es una mezcla de ficción y realidad (a algunos nos parece más realidad que ficción), con un tono doliente y repetitivo, sobre todo en el tema del deterioro que produce el paso del tiempo.
    Muy quevediano y poco pudoroso. ¿Valiente? ¿Sobrevalorado quizás por la crítica?
    La cuestión que yo me planteo con este autor es si va a ser capaz de salir del género de la autoficción/autobiografía...
    Saludos a todos. Carmen G

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