La versión más fiel a la visión del autor llega a las
librerías españolas en una nueva traducción de Marta Rebón
Ángel Luis Sucasas
Madrid 9 ABR 2014
Ilustración de Alfonso Barrera para la nueva edición de 'El
maestro y Margarita'.
Finales de marzo de 1930. Mijaíl Afanásievich Bulgákov
(Kiev, 1891 - Moscú, 1940) escribe, en una carta al Gobierno presidido por
Mijaíl Kalinin y dirigido en su economía por Iósif Stalin: "Y yo mismo he
echado al hornillo con mis propias manos el manuscrito de la novela sobre el
diablo [...]". Cuando termina la carta, deja de dictar, mira a Yelena
Serguéievna Bulgakóva, su tercera mujer y la Margarita de su obra maestra, y le
dice: "Bueno, ahora que ha sido escrito, debería hacerse de verdad".
Una a una, las páginas del original de El maestro y Margarita caen al fuego.
Más tarde, la escribiría de memoria otra vez. Pero aquella primera versión, de
la que quedaban algunos vestigios, borradores, y fragmentos de las páginas
adheridos al lomo de sus cuadernos, desapareció en las llamas.
Salto en el tiempo a 1990. La crítica literaria Lidia
Yanóvskaia publica el que se considerará de ahí en adelante el manuscrito
canónico de la novela fundiendo todos los textos y borradores disponibles de
Bulgákov. Pero su trabajo se benefició de una reconstrucción a la que dedicó
dos arduos años Marietta Chudakova, encargada de lidiar con todo el archivo del
autor y de reconstruir, frase a frase, esa versión quemada, con la ayuda
también de la viuda de Bulgákov, Serguéievna. Ahora, más de 40 años después de
la traducción de la primera versión de la novela traducida por Amaya Lacasa
para Alianza Editorial en 1968, la editorial Nevsky Prospects publica por
primera vez en castellano esta versión traducida por Marta Rebón. "Hasta
la edición de 1990, la historia textual de la novela de Bulgákov era un poco
caótica, con diferentes versiones que iban añadiéndose conforme el tiempo
pasaba" indica James Womack editor de Nevsky junto a su mujer, Marian
Womack. "La edición de 1990 fue la primera en crear un texto sólido, a
partir de lo que hasta entonces había sido un texto fragmentario". Ricardo
San Vicente, profesor de la Universidad de Barcelona, experto en Bulgákov y
prologuista de esta edición, cree que esta nueva versión es una buena noticia:
“Sobre todo, cuando hoy tenemos una versión rusa en la que se ha recuperado
todo lo que Bulgákov hubiera querido ver incluido en su obra, gracias trabajos
como los de Marietta Chudakova”.
Retrato de Mijaíl Afanásievich Bulgákov, autor de 'El
maestro y Margarita'.
Chudakova —que ha sido invitada por la Universidad de
Barcelona a un acto junto a los editores para hablar de esta versión canónica
el próximo 24 de abril, en Sant Jordi— recuerda la minuciosa labor de armar el
puzle de Bulgákov en la Biblioteca Lenin: “Para ser capaz de etiquetar dicha
carpeta [El Maestro y Margarita – novela] Primera Versión, necesitaba estar
segura de esto al cien por cien. Comencé a revisar el texto, palabra por
palabra, en estas líneas que aparecían incluso arrancadas. Conté cuántas
palabras tenía cada frase. Después empecé a reconstruir las partes perdidas de
forma hipotética. Y cuatro horas más tarde me di cuenta de que estaba
reconstruyendo el manuscrito que el propio autor había quemado”. El método de
Chudakova se valió del estudio exhaustivo de todos los manuscritos del autor,
hasta interiorizar cada giro de su estilo: "Nos convencimos de que su
arsenal retórico se componía de una serie de palabras y expresiones muy
queridas, que ocupaban un lugar especial. En otras palabras, podemos hablar de
cierto grado de previsibilidad en cualquier texto de Bulgákov".
Simon McBurney de 'El maestro y margarita'.
El Maestro y Margarita camina entre dos aguas: la sátira
política a la Rusia soviética de los planes quinquenales de Stalin y el amor
por lo fantástico. “La sátira es consustancial a la obra de Bulgákov; así lo
dice él mismo en su carta a Stalin”, asevera San Vicente. “La obra se alimenta
del mito fáustico y las diversas lecturas de la Biblia, en concreto la Pasión y
muerte de Cristo. Las diferentes lecturas de Fausto giran en torno a la inversión
de los valores morales: si Stalin aparece como un símbolo positivo en la
realidad soviética, si Stalin es Dios, yo prefiero seguir al Diablo”. Pero este
componente político no estrecha, para el estudioso, la universalidad de la
novela: “La gracia del libro está en que, estando pegada a la realidad del
Moscú de Stalin, es universal. Nos intenta convencer a todos que ‘los
manuscritos no arden’ y que el amor lo puede todo”.
Portada de la nueva edición de 'El maestro y Margarita', que
traduce la versión canónica del texto de 1990 en base al trabajo de Marietta
Chudakova.
Que Bulgákov haya muerto a mediados del Siglo XX, el año que
viene se cumple el 75º aniversario de su fallecimiento, no es óbice para que la
Rusia de Putin tenga mucho que ver con autor y obra. Para empezar, en 2006
Viktor Losev presentó otra versión más de El maestro y margarita. Pero los
editores de Nevsky no han escogido esta versión: “La edición de Losev presenta
la novela bajo un prisma mucho más alegórico que la versión de Yanovskaia. La
figura de Woland se identifica de forma directa con Stalin, una decisión que,
además de poder ser objeto de contra-argumentaciones, nos parece que cierra
algunas interpretaciones igual de válidas. Preferimos con mucho una versión con
un mayor equilibrio entre la sátira política y el ejercicio imaginativo”. Pero
Marietta Chudakova cree que la dirección de su país le daría al autor para algo
más que presentar objeciones a cómo se le interpreta: “Él no soportaba los
sobornos, el pillaje, la corrupción. Tampoco las restricciones en la libertad
de expresión. En su carta al gobierno de la URSS en 1930, Bulgákov escribió:
‘la lucha contra la censura, de cualquier tipo y bajo cualquier gobierno, es mi
deber como escritor, tanto como lo es apelar por la libertad de prensa. Creo
firmemente en esta libertad, e incluso diría que si un escritor sugiriera
solamente que esta libertad no es necesaria, sería lo mismo que si un pez
declarase que no necesita el agua’. No tengo duda de que la Rusia de hoy en día
inspiraría a Bulgákov a escribir una segunda parte de la novela ferozmente
sarcástica”.
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