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"Octavio Paz fue
un hombre que vivió para las letras" (Elena Poniatowska)
La escritora mexicana, y biógrafa del Nobel de Literatura de
1990, recuerda al poeta
Elena Poniatowska Lisbeth Salas
México (EFE/Paola Martínez Castro).- El poeta
Octavio Paz fue "un hombre que vivió para las letras", que unió a
México con otras naciones y estuvo ligado a las causas sociales, destacó la
escritora mexicana y biógrafa del Nobel de Literatura de 1990, Elena
Poniatowska, en una entrevista con Efe.
"Fue un hombre puente porque unió a México con Japón,
unió a México con Francia", y al ganar el Premio Nobel "situó a
México en un punto muy importante", señaló la autora de "Octavio Paz:
la palabras del árbol" (2009), una biografía donde recupera las
entrevistas y las charlas que mantuvieron durante años.
Para cualquier país latinoamericano, ganar e Nobel es
"aparecer de pronto en el mapa; para Colombia, Gabriel García Márquez ha
sido providencial", comentó la ganadora del Premio Cervantes 2013.
La autora de "La noche de Tlatelolco" recordó que
conoció a Paz (1914-1998) cuando era muy joven en una "gran cena" que
el también escritor Carlos Fuentes ofreció en 1953 en honor del poeta al
regreso de este al país después de una misión diplomática.
"Allí lo conocí y se veía (...) muy feliz", aunque
en aquella época "no se vestía bien como cuando se casó con Marie José
Tramini, quien lo empezó a vestir como un dandi", recordó la novelista y
añadió que era "un hombre guapo y lo sabía".
"Yo estaba escandalizadísima con él porque (en
'Libertad bajo palabra') escribió que el sexo de la mujer era el horno donde se
fabricaban las hostias y yo era una niña que me persignaba a cada rato y pedía
perdón todo el día".
En aquel primer encuentro, "le dije que le decían el
becerro de oro porque todos lo adoraban", un comentario que cree que no le
gustó "tanto".
"Luego nos quisimos mucho", pero después de muchos
años "él se enojó cuando hice la novela de Tina Modotti
("Tinísima", 1992)" pues, en su opinión, "no tenía por qué
dedicarle un solo esfuerzo a una comunista y a una estalinista".
"A mí no me distanció, pero yo creo que él no estaba
contento con eso", dijo Poniatowska, quien recordó que conserva poemas que
Paz le corrigió. "Todavía está ahí su letra, tengo que buscarlos porque
todo está en cajas", agregó.
Recordó que Paz escribió el prólogo de "La Noche de
Tlatelolco", que narra la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968,
un episodio que llevó al poeta a renunciar a su puesto de embajador en la
India.
Paz "había visto fotografías y cosas que nunca vimos en
México porque fueron censuradas y prohibidas" y renunció a su cargo en
rechazo a la represión del Gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Además de la labor de Paz como diplomático y traductor,
Poniatowska destacó su papel como editor al fundar varias revistas, entre ellas
Plural y Vuelta, en las que promovió a muchos jóvenes como Alberto Ruy Sánchez,
Enrique Krauze y Christopher Domínguez.
Declinó decantarse por el Paz poeta o por el ensayista
porque "los dos se complementan", y señaló que su obra cumbre es
"El laberinto de la soledad" (1950), un análisis de México en que
habla "de la chingada, nuestra madrecita que se entregó a Hernán Cortés",
y de que "somos un pueblo inseguro y gritón".
"Fue un hombre enlace, puente, que liga a los países
entre sí", insistió Poniatowska tras recordar que "se interesó
muchísimo por Japón, tradujo y escribió él mismo haikús (poemas cortos de
origen japonés)".
"También se interesó muchísimo por traer a México el
surrealismo", aunque André Breton, uno de los más grandes exponentes de
este movimiento, ya había estado más de tres meses en el país en 1938.
La periodista recordó que después de que ganó el Nobel en
1990, Paz se convirtió en "el intelectual que el país presentaba al
mundo". Cuando llegaban los presidentes, el escritor era el
"interlocutor verdadero".
Era "la gran figura" que México podía ofrecer.
"Supongo que no se puede sustraer a este pedestal en el que te colocan;
era como el santo, el intelectual (...), era todo", dijo Poniatowska,
quien consideró "muy difícil criticarlo en ese sentido".
Reconoció que el poeta tuvo un "desencanto" con la
izquierda como lo tuvieron muchísimos otros, un tema difícil para ella porque,
dijo, ella ha estado siempre "del lado de las causas de los más débiles y
de los más abandonados, y eso -dijo- es estar del lado de la izquierda".
Sin embargo, apuntó, fue un hombre cercano al pueblo,
"que tomaba en cuenta a los demás" y que "estuvo ligado incluso
a las causas de los indígenas".
Ahí está su poema circular "Piedra de sol" y
"Magia de la Risa", un libro "de una enorme alegría sobre las
caritas sonrientes" de los indígenas totonacas.
"México lo amó muchísimo" y merece este homenaje
con motivo del centenario de su natalicio, que se cumple el 31 de marzo.
"Es un hombre que vivió para las letras" y que "ha sido
importantísimo para México", remató.
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